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México
En 1911, apenas siendo un adolescente, Luis Solórzano fue reclutado en el Frente Zapatista en la lucha de la Revolución mexicana, una gesta que se desarrolló de 1910 a 1920 en el país. En sus andanzas contra los “pelones”, o los “contrarios”, Solórzano venció a la muerte, a la hambruna y a enfermedades igual de peligrosas como la fiebre amarilla y llegó a convertirse en capitán de caballería de un movimiento armado que se prolongó hasta la segunda década del siglo XX.
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El ‘sheriff’ del balneario
Una vez terminada la Revolución, Solórzano cambió las armas por la levadura de pan. Lejos del estruendo de las balas, estableció una panadería y formó una familia con Cristina Serrano. “Mi papá conoció a varios generales y estuvo un tiempo hospitalizado porque le dio una bala en el estómago y la cual se llevó, porque nunca se la sacaron”, relata su hija Irene. La mujer guarda en su mente el entusiasmo con el que su padre le hablaba de la valentía de Emiliano Zapata, el líder de la Revolución Mexicana, devoto del cristo negro del municipio de Juitepec, Morelos.
Una distancia de 107 años separa a las memorias de Luis Solórzano con el presente de su hija, Irene. Esta mujer, de 88 años, ahora lucha por recibir la pensión estipulada en la Ley de Beneficios, Estímulos y Recompensas a los Veteranos de Morelos. Una norma que hasta hace un par de años garantizaba a los caudillos de la Revolución Mexicana, a sus viudas, a sus hijos y nietos, el pago de una pensión vitalicia de unos 2.200 pesos (118 dólares) mensuales así como la cobertura de un servicio médico gratuito y un seguro de vida.
Los descendientes de estos veteranos aseguran que este pago no se ha entregado a los más de 1.000 personas que han acreditado, a través de documentos, su relación sanguínea con algún caudillo de la Revolución Mexicana. Por el contrario, acusan de trabas burocráticas y evasivas del gobierno estatal. Hasta ahora solo 30 personas han conseguido el beneficio tras el fallo a favor de un amparo, asegura Arturo Castañeda, representante del Frente Zapatista.
Aunque los manifestantes no han obtenido respuesta de los legisladores estatales, en el papel sí se reconoce este beneficio. El presupuesto de Morelos de 2017 fijaba una cantidad de 525.000 pesos (28.073 dólares) para cubrir las pensiones de los veteranos, sus viudas y descendientes. Sin embargo, la mayoría de los integrantes del Frente Zapatista continúan en un compás de espera para recibir dichos recursos.
El horizonte se torna adverso para ellos. En diciembre de 2016, el congreso de Morelos aprobó una modificación en la redacción de esta Ley de Veteranos en la que se excluye a viudas, hijos y nietos de caudillos de la lista de beneficiarios. Solo se considera a los caudillos, que para estos años tendrán más de 100 años de edad.
No obstante, los integrantes del Frente Zapatista aseguran que ya existe un precedente legal para hacer valer este derecho a todos los descendientes y que buscarán a través de los tribunales la ampliación en el pago de pensiones. “Hay mucha gente que está en el olvido y con una prestación vamos a lograr que esas historias se comiencen a visibilizar”, indica Castañeda. Debido al éxito del primer amparo, recientemente han presentado otro recurso similar que, de tener un fallo a su favor, beneficiaría a otras 100 personas.
A estas demandas en los tribunales se suman las manifestaciones en las calles. “Armados” de pancartas y fotografías de sus ancestros, los interesados en recibir estas pensiones han salido a las calles de Cuernavaca, Morelos, para exigir a los legisladores el pago de un derecho, que según ellos, les correspondía recibir desde 2012. Entre estos manifestantes se encuentra Irene. “Por eso estamos como estamos porque ya no hay otro Zapata. El Gobierno hace lo que quiere, cambia las leyes a la ahora que quiere”, asegura con firmeza. Ella, como su padre, tampoco se rendirá. EL PAÍS