Septiembre 17, 2024
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Para hechos…


IMPULSO/ Lorenzo Delfín Ruiz

Corcholata power

Es tal su espíritu solidario y tan elevada su disposición a participar hasta en los pleitos que no lo invitan, que más de un mexicano debió sentir en pellejo propio el agravio que significó la noticia de que su paisano Carlos Slim, junto con su vecinísimo Bill Gates, fueron desplazados por el ibérico y no menos acumulador de capitales, Amancio Ortega, de los primeros lugares en la lista de los hombres menos pobres del mundo.

 

Y como quiere ser protagónico en todo (aunque sigue siendo maldita la hora en que se niega el quinto partido), ese entripado representante del llanto nacional, además debe tener hecho trizas el hígado porque fue en Guatemala, y no aquí, donde la voluntad electorera (y dos que tres zancadillas del metiche de Obama) le concedió a ese respetable pueblo el honor de ser gobernado a partir de ya por un cuentachistes.

Para reponerse del retortijón, y olvidadas ya las ingratas experiencias de haber tenido como mandatarios a varios remedos de bufón que agrandaron la ruina nacional, ese mexicano fraterno y rumbero ha de saber responderle a los guatemaltecos con un ardoroso plan: lanzar en 2018 como candidata de su partido –el que sea, que pa´l caso da lo mismo- a la Presidencia de la República (¡ah, cómo no!) a nuestra joyita del humor y de la integración familiar, la diputadota Carmen Salinas, “La Corcholata”, faltaba más…

En realidad no es con esas vaciladas como el sentido común sugiere que debe ser conducido un país seria e históricamente lastimado por las formas más indecentes de gobernar… Pero el sistema político mexicano sigue dando varios pasos en ese sentido, como para preocuparse.

Remasterizados los procedimientos tradicionales de hacer política a mano armada y sobre la sangre y restos de adversarios con pasaje gratuito al panteón, prevalecen gobernadores con distintivos de ladrones, cínicos y sicarios ungidos de poder institucional para asegurar “el control social”… y la impunidad. De este modo, las nuevas generaciones de los mexicanos promedio han de aceptar que los métodos primitivos de gobierno son “normales”.

Otro rasgo de aceptación involuntaria de las calamidades es que, aún sabedor de la manipulación de que es objeto, al ciudadano deliberadamente y con maña se le acentúan los elementos distractores de la realidad nacional y, lo mejor para la causa caciquil, de “su” realidad.

Antes que hurgar en los efectos de las reformas estructurales, de gratis y sin ningún beneficio más que para los mercachifles televisivos y cada vez más del negocio cibernético, la sociedad mexicana sigue siendo “impactada” y “preocupada” por los divorcios, embarazos e infidelidades de actores y actrices de medio pelo; por un lado se la enferma y por otro se la cura con medicamentos caros y milagrosos; se la induce a la solidaridad con sus verdugos sociales y económicos (¡cuánta tragedia entraña saber de las desgracias financieras de Slim o de las caídas de la Bolsa Mexicana de Valores!… aunque en realidad no sepamos ni pito de economía o de finanzas).

Igualmente se dramatiza con el acoso cachondo a una conductora de televisión (que, de ser cierto, lleva marca de estupidez extrema), se viralizan las mentadas de madre del “Tuca”, el “Piojo” Herrera y el “Chapo” Guzmán son inmortalizados, se festejan los aciertos y tarugadas del “Chicharito”, mientras se enchila el alma contra “ayotzinapos” y maestros (entre democráticos y mercenarios) que tapizan las calles con sus protestas.

A propósito, para la televisión y para ciertas esferas del poder público, maldita también sea la estampa del huracán “Patricia”, que se desvió de territorio nacional y dejó puesta la mesa que se había preparado para el lucimiento y el negocio con la exhibición morbosa de familias y poblaciones en desgracia total.

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