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2018: Los enojados no votan
IMPULSO/Julio Requena

Es un año nuevo, muchos tienen la irreverencia de hablar de grandes cambios, como lo hicieron en el 2000, en el 2006, en el 2012 y ahora en este 2018 y pregonan el triunfo de un candidato que va hasta arriba en las encuestas: AMLO. Sin embargo, yo soy escéptico y después soy analista. La mayoría de los pregoneros del cambio, lo pretenden sustentar en el hartazgo social que priva en México.

Mi respuesta es simple: los enojados no votan. En el país, según cifras oficiales, hay un 55 por ciento de jóvenes dentro del voto ‘switcher’, que pudieran definir la elección del primer domingo de julio, sin embargo, tienen dos opciones, salir a votar para ver como pierde el régimen del partido en el poder o no acudir a votar porque no creen en el sistema de partidos.

En nuestro país hay poco más de 110 millones de habitantes, de los que podría decirse que el 75 por ciento está descontento con la situación económica actual, sin embargo, sólo el 20 por ciento de estos ciudadanos considera en manifestar su enojo a través de las urnas y al candidato del partido en el poder le basta con el sufragio de 19 millones de mexicanos para retener la Presidencia de la República.

¿Podrán más de 20 millones de ciudadanos acudir a las casillas a demostrar su enojo votando por un candidato opositor?, ¿estos millones de votos los tiene AMLO?, yo, en este momento, no lo creo porque es muy fácil mostrar simpatía hacia al cambio, porque es muy fácil apoyar a un candidato opositor en las encuestas, porque es muy fácil quejarse de la situación, porque se nos hace fácil estar enojados, lo difícil es demostrarlo.

Yo no veo la estrategia para traducir el descontento social, el hartazgo y el enojo en votos para Andrés Manuel López Obrador, o para Ricardo Anaya en el caso del Frente.

No voy hablar de fraudes, de compra del voto, de estrategias como el ‘ratón loco’, el ‘carrusel’, la operación tamal, de la caída del sistema de cómputo del PREP ni otras artificiales formas de explicar la derrota de la oposición, simplemente de ese sentimiento de apatía en la participación ciudadana que los lleva a quedarse en su casa el día de la elección, de pensar que nada va a cambiar o que todos los partidos son iguales.

Entonces sí, enojados todos, todos jodidos porque no fuimos capaces de sacar a votar a miles de ciudadanos hartos, molestos, deseosos de un cambio.

A eso agréguele, querido lector, la cultura del mexicano de dejar todo para la última hora y no tener la cultura de la legalidad en nuestros documentos. Ejemplo, una persona que vive en Lerma, cambia su credencial del INE a Toluca para inscribir a sus hijos en las escuelas de la capital mexiquense, lo consigue y el día que son las elecciones no sabe ni dónde le toca votar o bien, le da flojera trasladarse desde su casa en Lerma a la casilla en Toluca para poder cumplir con su obligación de ejercer el voto.

Gente que vive en un lado y su credencial de elector es de otro municipio, otro estado, y luego, le echamos la culpa al sistema porque nuestro candidato opositor no le pudo ganar al candidato oficial. De risa loca, cuando los opositores al sistema creen más en un Efecto AMLO en lugar de creer en el trabajo duro de convencer a la ciudadanía con cuatro palabras: si estás enojado, vota.

Es sencillo, si el ciudadano enojado vota, las cosas cambian, si el ciudadano enojado se queda en su casa, el sistema gana; y hasta el día de hoy, lo que yo veo sin apasionamientos políticos ni sudar calenturas ajenas, es que la mayoría de los mexicanos optará por quedarse en su casa, apático, alejado de la política, porque así conviene a los intereses del partido en el poder, del sistema y de la misma cúpula, que sabe que los enojados no votan.

A detalle: Después de cuatro largos meses por fin el gobierno estatal, estrena su eslogan del sexenio “Edomex, Decisiones firmes, Resultados fuertes” y aunque seguramente se irá adecuando a los hechos de cada año, ya es algo.

Los estudiosos del discurso político dirán que era mejor expresarlo al revés: decisiones fuertes y resultados firmes, pero esos estudiosos qué van a saber de las cosas que pasan por las ‘brillantes’ cabezas que asesoran al gobernador en esta administración, a las que les gusta el facsímil y la espontaneidad.

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