IMPULSO/ Luis Ángel Sánchez R.
La buena onda del perredismo buena onda
El Jefe del Gobierno capitalino y el PRD llaman al Congreso Legislativo a abrir el debate sobre la legalización de la marihuana, a raíz del fallo que emitió ayer la Suprema Corte de Justicia de la Nación para permitir o no el cultivo y, por supuesto, la comercialización de dicho producto.
Claro está, de ser legalizada la marihuana en el Distrito Federal o en cualquier parte del país, se antoja celebrar tan memorable hecho con “una carrera de motos”; pero más allá del sarcasmo e incluso más allá de la resolución de los señores magistrados de la máxima Corte de Justicia en México (pendiente de saber al cierre de esta edición), lo que salta poderosamente a la vista es la “buena onda de los perredistas buena onda”, por su alta solidaridad con los millones de adictos a la marihuana y los otros tantos simpatizantes de los adictos y los simplemente no contrarios a la legalización de la marihuana, que no son pocos y mucho menos despreciables si se consideran con visión electoral…ni cómo culparlos por buscar a toda costa ese botín.
En ese sentido, resulta obligado reconocer que esa “buena onda” de los perredistas “buena onda”, se lee también como un claro acto de oportunismo, evidenciando con ello la muy cuestionable ética de los principales personajes del PRD de hoy; claro que resultaría entendible pero no justificable, aun considerando que los perredistas modernos se enfrentan inevitablemente a una muy probable y cercana extinción o mutación, según sea el avance de MORENA, el retroceso o disolución de los viejos personajes del viejo PRD y, claro está, la postura y decisión del PRI.
Y es que si se ve con objetividad, este tema se asemeja al de la atención a la mujer o bien, la lucha por la dignificación de la mujer en todos los sentidos y espacios geográficos del país.
Cierto e indudable es que es una necesidad y obligación incluso que todos, absolutamente todos los sectores y personajes de la sociedad sean atendidos por las instituciones del servicio público, pero así también es cierto que esa “atención especial”, más allá de la efectiva dignificación de la mujer, ha generado y consolidado las principales fortalezas de quienes las han emprendido y mantenido, sean partidos políticos –principal y fundamentalmente el PRI-, personajes –particularmente los políticos de cualquier partido-, o bien, el Gobierno mismo, que con esa generosidad hacia la mujer logra cierta simpatía del sector femenino que, bien vale mencionar, es el más numeroso poblacionalmente hablando y el de mayor incidencia en la vida y decisiones de las familias.
Ni hablar, es válido considerar que en la política como en la guerra “todo se vale”, o bien, “la fama es para los aventados”.