Julio 16, 2024
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Medio millón de esperanzas

IMPULSO/Margarita Zavala

En mis recorridos por el país, no importa el estado o la ciudad, veo en los mexicanos un profundo hartazgo con la política que se hace desde los partidos, que están cada vez más desdibujados, perdidos en sus mentiras y alejados de la sociedad.

La gente está harta de las imposiciones que se han apoderado de los partidos políticos para nombrar a sus candidatos. Las prácticas del “dedazo” y el “auto-dedazo” son de un cinismo y autoritarismo que ya no tienen cabida en una democracia moderna. Si dentro de un partido no hay debate y sólo cuenta la opinión y la voluntad de una sola persona, el resultado es una política hecha de obediencia y ambición, no de ideas ni de principios.

La gente también está harta de ver el despilfarro ofensivo de las precampañas. Hay que decir que el único partido que tenía verdadera vida interna democrática (antes de Anaya) era el PAN. Las precampañas ahí eran procesos para elegir candidatos de forma libre. Hoy, en todos los partidos, las precampañas son una burda simulación en la que se usan millones de pesos de recursos públicos y se bombardea a la gente con spots para promover a quienes ya sabemos serán los candidatos. Si López Obrador, Meade y Anaya ya se impusieron por la fuerza, ¿para qué esta farsa con dinero público? Cada vez que un ciudadano ve un spot de ellos debe saber que son sus recursos públicos los que están inútilmente allí.

Y mientras estos tres “aspirantes” se dedican a promoverse con dinero de los ciudadanos, la gente sigue viviendo problemas graves y dolorosos. La indignante desconexión entre la política y la realidad la vemos todos los días. Doy ejemplos: los miles de millones de pesos en los partidos políticos y la falta de internet y computadoras en las secundarias; los miles de millones de pesos en gasto corriente en entidades financieras y la falta de agua en miles de colonias de cualquier ciudad.

Uno de los muchos videos que aparecen en las redes, el señor Andrés Jiménez cuenta su situación desesperada, llorando frente a las ruinas de su casa en San Gregorio, Xochimilco, mientras tanto el gobierno está trabado en incompetencia, corrupción y burocracia y no avanza en la reconstrucción a pesar de los millones y millones de pesos prometidos en septiembre por todos, incluidos partidos políticos.

¿Con qué cara se les puede poner enfrente a estos ciudadanos un Meade presumiendo que viaja en clase turista porque es muy “honesto”?, ¿qué les puede importar que Anaya se memorice frases de “tres Premios Nobel” y manipule el contexto para que le den la razón?, ¿qué les dice el cinismo de un López Obrador más preocupado por dar amnistía a criminales que por ayudar a la ciudad que (mal) gobernó?

La única política que vale la pena hacer es la que se hace escuchando a la gente y sirviendo al bien común. Y si algo he hecho en todos los años que llevo recorriendo México es escuchar y sentir a la gente y sus circunstancias. Al momento de escribir estas líneas, estoy por alcanzar las 500 mil firmas ciudadanas de apoyo. Son medio millón de ciudadanos libres y valientes que están unidos en una exigencia: un gobierno honesto, que no estorbe y que deje trabajar.