IMPULSO/ Francisco Javier Estrada
El dinero político
Cada vez cuesta más caro la democracia en los países que la practican. Hace 20 o 30 años se decía para el caso de México, que no importaba el gasto que fuera necesario si con ello se mantenía la paz social y las libertades políticas.
Hoy sabemos que son miles de millones de pesos anualmente que se gastan, entre el Instituto Nacional Electoral y sus correspondientes en las entidades, así como por parte de los partidos políticos en sus representaciones nacionales y estatales. La ciudadanía ciertamente cada vez más se pregunta de por qué el costo para mantener elecciones y el sistema democrático que varía país por país donde existe ésta.
En el periódico “El Mundo”, de España, leo una nota que refleja cómo es que se reciben los miles de millones de dólares para la costosísima campaña por la presidencia de Estados Unidos, y el dato importante de quiénes son los principales donadores para los precandidatos, que desde el partido Demócrata hasta el partido Republicano, en el primero se ha insistido que Hillary Clinton no tiene opositor, pero hay que dudar de ello, púes me parece que no ha logrado despegar tanto como se han dedicado a quienes desean que ella sea presidente de EEUU.
En el caso de los republicanos, ya sabemos que el que ha roto todo el escenario es el ultraderechista Donald Trump, quien apoyado por los más negativos exponentes del Tea Party, se han dedicado a ensalzarlo, logrando con ello barrer con la propuesta de Jeff Bush, el hermano del anterior presidente G. W. Bush de muy mala o no grata memoria. Sus exabruptos contra los mexicanos le han quitado la gran base de apoyo de los emigrantes latinoamericanos, y también de España, y seguramente estas exageraciones en contra de México, le han de dejar en el camino al gran premio: la presidencia del país más poderoso del mundo. Sigue siéndolo aunque se le quiten todos los méritos cuando se habla de la China o de Rusia.
La nota de Pablo Pardo dice: “El dinero para la campaña en EEUU sale de 158 familias / 138 donantes republicanos y 20 demócratas aportan más de 150 millones de euros a sus líderes.” Lo interesante es que estas familias son en buena parte las más reacias a reconocer que el mundo se ha globalizado. Y que el liberalismo que en muchos otros sectores es tan reconocido, cuando se trata de decidir el camino del país imperial, entonces son una regla de hierro que no permiten que este país en tantas cosas admirable, termine siendo la nación de las armas, de las ventajas siempre a su favor cuando dominan territorios, seres humanos, y en general de la economía que es su único dios al que sirven.
Las estadísticas son crueles, y nos dicen qué cosa sucede con las democracias de los países imperiales: “No es la democracia del 1%. Es la democracia del 0,00014%. Estados Unidos tiene 117 millones de familias según el censo. Pero sólo 158 —el 0,00014%— han aportado el 45,3% de todas las donaciones recibidas por los candidatos a las elecciones que se celebrarán el 8 de noviembre de 2016. El 54,7% restante queda para las otras 117 millones.” Es lo que leo en la nota de Pablo, y es cierto, cómo es que hemos de revisar lo que puede ser la recuperación del espíritu de la democracia: por el pueblo, para el pueblo y con el pueblo.
En este caso, se tendría que reconocer que la democracia de USA tiene sus reglas, muy específicas, pero no hablan en verdad del pueblo, sino sólo de grupos sociales selectos. Y estos se sustentan en el poder del dinero, lo demás son minucias que ni merecen la atención de los que desean el poder político o el poder del dinero, el objetivo de las elecciones de noviembre de 2016 dice así: por la familia poderosa, para la familia poderosa y con la familia poderosa.
: En el caso de Estados Unidos, el saber dónde va a parar el dinero de los ricos es otro gran problema. Son los dueños del país, de eso ya sabe Barak Obama.