IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave
La industria de las armas
Nadie en el mundo duda que Estados Unidos se convirtió en la potencia más grande del mundo en base a su desarrollo económico, aunado a su poderío militar.
Ante esas metas que se fijó desde que se constituyó como nación, nadie puede en su sano juicio reclamar nada a la súper desarrollada nación del norte.
Sin embargo, nada es impoluto en la historia de las naciones, unas más y otras menos, han logrado su poderío en base a la explotación de los vecinos cercanos y lejanos y por ende de conglomerados humanos esclavizados o explotados inmisericordemente.
Además, a todo lo anterior, existe el pecado capital más grande de la historia moderna, achacable a Estados Unidos, su industria de las armas con venta indiscriminada a todo aquella persona moral o física que tenga el efectivo para pagarla.
A esa nación del norte no le ha importado un ápice, que esas ventas masivas de armas se le reviertan en su contra. El fin único es el desarrollo y el lucro en base a esa industria inmoral y por consecuencia, la venta de armas, incluyendo la más sofisticadas y por tanto más mortíferas.
Para qué enumerar o recordar la serie interminable de atentados mortíferos ocurridos dentro de la geografía de la gran potencia mundial.
Baste decir que en la mayoría de ellos los autores de esas masacres han sido estadounidenses calificados de enfermos mentales, sin embargo se evita señalar que con acceso fácil a la compra de esas armas sofisticadamente mortales.
México y el propio Estados Unidos no estaríamos lamentándonos de estos crímenes de gran impacto como el ocurrido en Las Vegas, Nevada, con un saldo doloroso de 58 muertos y 515 heridos.
Y en nuestro país, con armas procedentes del vecino del norte, llevamos mas de tres lustros de asesinatos masivos que han dejado un saldo brutal de cerca de 200 mil connacionales muertos.
Con una cara que no la puede desfigurar ni la propia tragedia de Las Vegas, el huésped de la Casa Blanca, Donald Trump, se dice condolerse de las víctimas, pero no sólo se reprime de hablar del control de armas, sino que además declara que por el momento no es tema a debatir.
Esto se llama cinismo, es claro que los muertos de México y de otras naciones no le importen, sin embargo, resulta imperdonable que no le merezcan una mínima consideración las víctimas de la nación que dice gobernar.
El mundo entero, hoy más que nunca, debe alzar la voz para cancelar la venta indiscriminada de armas letales. La Asociación Nacional del Rifle de estados Unidos y su mayor protector, Donald Trump, merecen el mayor y más contundente repudio y rechazo de la comunidad internacional.