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La ciencia detrás de los dragones de ‘Juego de Tronos’

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A nadie se le hubiera ocurrido que en una (genial) serie como Juego de Tronos pudiéramos encontrar divulgación científica. Fantasía, desde luego que sí. Entretenimiento seguro. Pero, ¿ciencia? Ahí es cuando llega uno de los astrofísicos y divulgadores más famosos y renombrados del mundo, el excelente Neil deGrasse-Tyson, y te demuestra que estábamos equivocados: los dragones tienen mucha ciencia que explicar. ¿No te lo crees? Vamos a diseccionarte uno aquí mismo.

La ciencia de los dragones

Pongámonos en harina. ¿Qué es un dragón? La forma de verlos es diferente según la cultura a la que nos refiramos: los dragones son una especie de grandes lagartos; o serpientes (los cuales no están tan emparentados como pudieras pensar). Pero, en general, un dragón es un ser reptiliano, normalmente alado y, muchas veces, capaz de escupir fuego por su boca. Quedémonos con esta última imagen. Podemos considerar a los dragones como lagartos ancestrales. Es decir, una especie de dinosaurio. Esto es así porque tienen sangre caliente, cosa que no es propia de los reptiles modernos (que son poiquilotermos, cuya temperatura varía según el medio. Los dragones no necesitan tomar el Sol. Son muy despiertos y rápidos, como un mamífero, o como lo serían los dinosaurios. Además, esto también se puede ver representado en su tamaño, el cual es enorme para un reptil. Los grandes reptiles desaparecieron hace millones de años. Los actuales son más pequeños, entre otras cosas, por cuestiones de metabolismo. En otras palabras, un dragón no podría ser una especie de lagartija moderna sobrealimentada porque su cuerpo no lo permitiría. Tiene que ser, sí o sí, un primo de los dinosaurios.
Una de las habilidades más impresionantes de los dragones es, por supuesto, el poder volar. ¿Cómo hace un bicho tan enorme para emprender el vuelo? deGrasse Tyson nos explica varias de las cuestiones más importantes al respecto. La primera es sobre el tamaño y distribución de las alas de los dragones. Tal y como podemos ver a lo largo de la serie, los dragones tienen unas alas más largas que anchas, de un tamaño sensiblemente mayor que su propio tronco. Esto se debe a una cuestión de aerodinámica básica: un gran peso necesita una gran superficie que aumente la sustentación. Su forma permite incrementar la eficiencia del ángulo de ataque, lo que se traduce en que el dragón pueda volar, tal y como explica el astrofísico. Un aspecto muy interesante de los dragones ‘modernos’ (a diferencia de los antiguos grabados) son sus alas.

Las alas de los dragones de Juego de Tronos son una evolución de los miembros anteriores: brazos, garras y dedos. Como si de murciélagos se tratasen. Efectivamente, estos animales evolucionan sus dedos hasta convertirlos en los huesos que sustentan las membranas de las alas. Por ello, en la ‘punta’ de su ala en realidad vemos el pulgar mientras que el ala completa es la ‘mano’ deformada del murciélago. En el caso de los dragones vemos casi exactamente la misma estructura. Esto no los acerca evolutivamente a los murciélagos sino que se habría dado por convergencia evolutiva, un fenómeno por el que podemos encontrar estructuras muy parecidas en animales completamente distantes en la evolución. Ejemplos de convergencia son las alas de aves y murciélagos, ya que lo mencionamos. Y los pterosaurios, por ejemplo, también sufrieron una evolución similar a la de nuestros fantásticos dragones. Así que, ¿por qué no?

Lagartos que escupen fuego

Vayamos a la otra gran habilidad (y probablemente la más fantástica): el fuego. La mente humana ha jugado con esta idea desde hace centurias. Aunque nunca nos hemos topado con animales que sean capaces de escupir fuego. ¿Es una idea tan descabellada? Después de ver bichos que disparan sangre por los ojos, lanzan pelos venenosos desde el lomo o atrapan cosas con su lengua, tal vez lo de escupir fuego no nos parezca tan descabellado. ¿Cómo podría ocurrir? Sabemos que las cobras y algunos escarabajos son capaces de rociar con mucha precisión productos cáusticos o veneno sobre sus enemigos. En el caso de los dragones, el sistema no se debería a un producto líquido, sino que podría ser metano, acumulado en una parte de un buche especial del ser mitológico donde se fermentaría el alimento y se acumularía el metano. Este buche podría tener un esfínter y una musculatura (probablemente el abdomen), que impulsara el gas como un chorro por la garganta del dragón.

Pero todavía nos hace falta el fuego. Para poder generar la chispa necesaria, el dragón podría contar con una modificación de la mandíbula y el cráneo, como una especie de rádula especializada para chasquear contra un endurecimiento de hueso y que provocara un chispazo. Eso, unido a un aumento de presión, podría explicar el fuego. Es una cuestión muy difícil ya que el punto de ignición del metano está sobre los 537ºC, lo que en un entorno húmedo como la boca es muy difícil de alcanzar. Esto induce también a otros problemas, y es que el gas, entre otras cosas, nunca se lanzará tan a chorro como con un lanzallamas de combustible líquido, ni mucho menos como una bola de fuego dirigida a gran distancia. Por otro lado, deGrasse Tyson sí que ha explicado cómo el color del fuego del dragón resucitado por el Rey de la Noche podría ser azul: no es que sea hielo lo que escupe, sino un fuego unas tres veces más caliente que el de un dragón normal.

Esto explicaría (Spoiler alert. No sigas leyendo a partir de esta línea si no has visto el último capítulo de la temporada. ¿Sigues aquí? ¡Bien!), la destrucción del muro por parte del fuego azul. La longitud de onda de una combustión y, por tanto, el color de la llama, depende de su temperatura (entre otros factores). Una llama azul indica una combustión de muy buena calidad, con mucha eficiencia energética, mientras que una roja y amarillenta significa que la combustión no es tan eficaz y, por tanto, no produce tanto calor. Existen otras muchas cuestiones que aclarar sobre los dragones: su resistencia natural al fuego, cómo acumulan el metano (o el combustible que emplean) o cómo levantan el vuelo. En este último caso, los dragones no están muy bien equipados para elevarse como los pájaros: sus alas son menos eficientes, mucho más pesadas que las delicadas pero potentes alas de las aves. Sería prácticamente imposible para un dragón emprender el vuelo desde tierra. Necesitaría altura y sólo sería capaz de planear. Pero bueno, teniendo en cuenta que estamos hablando de dragones, no muertos y seres fantásticos, no está nada mal. ¿Verdad? HIPERTEXTUAL

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