Julio 16, 2024
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IMPULSO/Lucia Lagunes Huerta/CIMAC
Hombres obedientes (II)

Los datos que arroja la ENDIREH debe interpelar a los hombres para romper con la complicidad de sus pares y de sí mismos, quienes suelen ser violentos con las mujeres, no sólo en lo privado, también en lo público, a la vista de otros que con el silencio y la inacción avalan la violencia contra las mujeres.
Es precisamente el espacio público, según la encuesta, el que ocupa el segundo lugar en la incidencia de violencia masculina. La calle, los parques y el transporte son espacios donde las mujeres son violentadas por hombres desconocidos, hombres que las violentan sexualmente a través del acoso, el abuso o la violación.
Muchos de ellos son choferes identificados por las autoridades por prestar un servicio público, ya sea en taxis, autobuses, microbuses, metrobús u otros transportes.
Estar en el trabajo o en la escuela no es garantía de que las mujeres vivan libres de violencia, sólo recordemos a Lesvy, asesinada el tres de mayo cerca del Instituto de Ingeniería en Ciudad Universitaria, el espacio de nuestra máxima casa de estudios. Caso indignante por el desaseo en la investigación.
Son los compañeros de trabajo o de la escuela los principales agresores de las mujeres en estos ámbitos. Cómo avanzar en los trabajos cuando la violencia es lo cotidiano, cuando la violencia sexual, la discriminación por ser mujer o por ejercer el derecho a la maternidad se vuelven en contra de las mujeres, quienes por un lado son alentadas socialmente a ser madres y por el otro lado son violentadas dentro del trabajo por estar embarazadas.
Lo sorprendente en el ámbito escolar es que las jóvenes, pese a la violencia física y sexual que enfrentan por parte de compañeros y maestros, obtengan las calificaciones más altas al concluir sus estudios, esto según estudios de la OCDE. Si no enfrentaran esa violencia, seguramente tendríamos más mujeres genio.
Si hay un delito que tiene la mayor radiografía de dónde están los agresores y cuáles son los motivos de las agresiones, es precisamente el de la violencia contra las mujeres. La ENDIREH tiene 11 años realizándose, ofreciendo información a las autoridades, para que tomen cartas en el asunto, que no es sólo hacer campañas, sino irse a lo estructural, transformar las relaciones de desigualdad entre mujeres y hombres.
Los hombres son aquí los interpelados, ellos no pueden seguir responsabilizando a sus madres por haberles educado en el patriarcado. Ahora resulta que en esto sí son obedientes, en este caso, la obediencia es acomodaticia.
Tendrán que dejar la obediencia a un lado y asumir como adultos la decisión de dejar de ser violentos, dejar de usurpar los espacios de las mujeres y en los hechos dejar de ser obedientes con el patriarcado.
*Periodista y feminista, Directora General de CIMAC; @lagunes28

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