IMPULSO/
Jorge Nuño Jiménez
La semana pasada, México afianzó un pacto comercial con China en el marco de la IX Cumbre de los BRICS, celebrada en ese país en la provincia de Xiamen, el presidente de la Republica, Enrique Peña Nieto, y su homólogo chino, Xi Jinping, acordaron promover programas de asociación estratégica integral, estableciendo un compromiso formal de promover un mayor intercambio comercial, impulsando nuevas inversiones en sectores de interés común, que puedan complementar la histórica amistad de estas potencias de la paz.
El foro anteriormente mencionado es importantísimo por las circunstancias de incertidumbre frente a nuestros socios comerciales del norte, que usan la amenaza, el camino de la humillación y la subordinación.
La renegociación del acuerdo comercial trilateral con América del Norte, por el momento ha desarrollado dos capítulos, en medio de un ambiente de tensión e incertidumbre, no sabemos a ciencia cierta qué pasará en la tercera ronda que tendrá lugar en Canadá, pero independientemente del éxito o fracaso, es un imperativo fundamental la diversificación de nuevos mercados, fuentes de financiamiento, cooperación tecnológica y política en diversas partes del mundo, especialmente con nuestros viejos amigos de América Latina, que les hemos dado la espalda. Asia, Europa y África continente a la deriva, olvidando que fue el aliado para la construcción de un Nuevo Orden Económico Internacional.
China podría ser el plan B en caso de un descarrilamiento del TLC, porque estamos muy norteados. Deberíamos pensar de cara a esta nueva realidad y orientarnos, creando nuevos aliados internacionales, fuentes financieras y tecnológicas, espacios económicos y comerciales con los motores de Asia Pacífico, estableciendo foros económicos en esa región, con nuevos programas de vinculación con las potencias emergentes a nivel mundial como es el caso de Chile, Perú, Canadá, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, la India y Singapur.
La alianza China y México representa oportunidades y obstáculos en su relación comercial en vías de un tratado de libre comercio (TLC) o bien, un acuerdo de asociación estratégica integral, en esta coyuntura internacional de cambios repentinos en el escenario global, por lo cual, es imperativo incrementar la promoción, entendimiento y profundización de la relación bilateral entre ambos países con el consiguiente objetivo de complementar y reforzar la diversificación nuestras relaciones económicas.
China ha emprendido vigorosos mecanismos de cooperación económica entre Asia Central y Europa, en la cual participan más de 60 países, esto no puede pasar desapercibido para la región latinoamericana y muy especialmente para nuestro país. El proyecto es conocido como la nueva “ruta de la seda” por tierra y por mar, con el impulso de un ambicioso plan de modernización y creación de infraestructura, privilegiando la cooperación económica internacional con base en mecanismos de negociación, exenta de presiones y amenazas.
Después del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y México hace 45 años, la cooperación económica, científica y tecnológica es aún un reto y desafío por alcanzar. China es la segunda potencia económica de este siglo y tiene mucho que aportar en temas de inversión y desarrollo tecnológico en nuestro país, en el marco de los acuerdos firmados sobre comercio, colaboración científica, educativa, tecnológica, transporte marítimo, créditos bancarios, cooperación social, económica, energética y agropecuaria.
