Diciembre 24, 2024
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Silencios estereofónicos

IMPULSO/Félix Morriña
La extrema sensibilidad femenina a través de tres filmes dignos de estudios de género
*La irlandesa “Brooklyn” de John Crowley, la turca “Mustang, belleza salvaje” de Deniz Gamze Ergüven y la británica “La chica danesa” de Tom Hooper reflejan tres momentos importantes donde la mujer es el eje central.
Para mi “Chrissie Hynde” del altiplano mexiquense, en su renacimiento
En estos momentos, en esta época del siglo XXI en los que se recrudecen los feminicidios en México, y en especial la entidad mexiquense, es necesario replantear desde lo social y lo académico los alcances de los estudios de género y las alertas amber, así como también necesario es ofrecer a todas las mujeres opciones gratas dentro del séptimo arte para que no olviden su valía, su importancia como progenitoras, como protectoras, como acompañantes, esposas, amantes, cómplices en todo sentido y portadoras vitales de la economía de sus lugares de origen y entorno en el que se desarrollan.
Esta es una ocasión especial para todas ellas, sobre todo para las interesadas en el análisis cinematográfico, las que toman talleres, cursos especializados en la forma y fondo de una de las bellas artes más persuasivas existentes, para no sólo aprender a interpretar el arte fílmico, sino para las que apoyan con su talento a mujeres víctimas de la violencia en todas las manifestaciones existentes: la intrafamiliar, la de pareja, noviazgo, la machista, misoginia, racista, laboral y demás abusos que escapan al texto.
También es ocasión especial para todas aquellas que han decidido hacer cambios de vía en su vida, las que por razones varias, entre ellas el enamoramiento, el encantamiento por revitalizar “su segunda juventud”, o simplemente por atreverse al nuevo reto, han apostado por ese alguien que les llena la existencia y redescubren nuevos horizontes. Para ellas, van estas tres obras de arte de gran calibre, dignas de tenerse en la filmoteca del hogar y verse cada vez que el sentimiento de salvedad les venga al cuerpo y mente.
La cinta del 2015 de John Crowley, “Brooklyn”, es un drama romántico con buena dosis de comedia, ambientada en los años 50 del siglo pasado, en donde se disfruta una excelente fotografía, bonísima adaptación de la novela de Colm Tóibín del mismo nombre por parte de Nick Hornby, la cual contiene fineza, glamour y lucha por una mejor vida de la mujer irlandesa en la Unión Americana, específicamente el famoso barrio de Brooklyn, cuna de la migración irlandesa, misma que intentó mantener sus usos y costumbres, pero al tiempo tuvo que reinventarse para sobrevivir.
La historia se centra en la vida de Eilis Lacey (encarnada por la bella Saoirse Ronan), una joven provinciana irlandesa que decide emigrar al barrio neoyorquino de Brooklyn en búsqueda del sueño americano. En su nueva vida, Eilis Lacey tiene que adaptarse rápidamente a su realidad lejos de casa y de pronto se enamora de un chico ítalo americano llamado Tony (un convincente Emory Cohen), con quien tiene planes para el futuro, pero éste cambia de nuevo cuando debe regresar a Irlanda tras la muerte de un familiar entrañable. En su país Eilis tiene un idilio con el acomodado Jim Farrell (Domhnall Gleeson). Al final debe decidirse entre uno de ellos.
El único lazo de Eilis con su familia y sus seres queridos son las cartas, entonces hechas de puño y letra con toda la melancolía y dolor que la nativa lejana tierra amerita, como el amor verdadero por el seno familiar y el ser amado requieren. Dichas misivas son parte nodal de la trama, al grado que nos hacen sentir que hemos perdido algo bellísimo de nuestras existencias, porque los que aprendimos a redactarlas para los nuestros, para después hacerlo para otros que no sabían escribir, y luego, esperar largos días, semanas y hasta meses añorando saber la respuesta del otro, sabemos lo que significa ese ritual morriñesco (saudade, nostalgia extrema).
En definitiva, es una hermosa película para nostálgicos empedernidos, para los que tienen buen gusto, fina y rígida educación, y para los que saben lo que significa el exilio, la migración, la ausencia, el dolor de no poder enterrar a los tuyos por la lejanía entre tierras y océanos. Por cierto, “Brooklyn” tuvo muchas nominaciones, premios y excelente aceptación de la crítica.
Cuando llegó a mis manos la película “Mustang, belleza salvaje” (2015) de la directora turca, luego nacionalizada francesa, Deniz Gamze Ergüven, no estaba en condiciones de verla, porque se me cruzaban los cables de saber que las cinco hermanas protagonistas eran huérfanas y que sus cuidadores, su tío y abuela, provenientes de familias ultra conservadoras, les iban a truncar su existencia al entrar a la adolescencia, periodo en el que en los pueblos de Turquía les obligan a casarse con alguien a quien no conocen, porque así dictan los cánones de esa nación.
Tras ese episodio que duró meses, me atreví a verla bajo cautela y con reservas, llevándome sorpresas que ahora narro: frente mío había una joya cinematográfica que dejaba ver una cara de la Turquía del siglo XXI que muchos no atendimos por años: la rebeldía de las niñas y jóvenes hermosas por librarse de los usos y costumbres mencionados, entregándose a la libertad creativa bien ganada a pulso en ese bello país; a luchar a toda costa por quitarse la bota del cuello; a sobreponerse a la dictadura familiar a través del juego de la sensualidad, el despertar de la sexualidad y a planificar la huida para salvar la vida.
La película duele por varios momentos, enoja, encabrona y también te saca sonrisas de complicidad. Te alegra saber que los estadios turcos pueden llenarse de mujeres para alentar a su equipo a salir del bache y para evitar la extrema violencia machista en cada encuentro. El suicidio femenino te lleva a apretar los dientes y contener el llanto. La prisión femenina en casa es más ruin que la cárcel masculina. La añoranza es la única aliada de estas cinco bellezas turcas infantiles.
Deniz Gamze Ergüven merece no sólo todo mi respeto y admiración por llevar esta historia extrema a la pantalla grande; no sólo merece ser respetada, premiada y apoyada para su siguiente proyecto fílmico, sino merece ser ejemplo a seguir para miles, millones de mujeres creativas anti sumisión en el mundo. Ojalá este tipo de filmes llegara a muchísimas más mujeres y hombres tras su corrida comercial, tras los festivales de cine de culto, porque son piezas de arte que deben ser apreciadas y estudiadas a cabalidad.
La tercer película que recomiendo para estudios de “género” es “La chica danesa” de Tom Hooper, la cual está basada en la novela homónima de David Ebershoff, protagonizada por Eddie Redmayne, Alicia Vikander, Amber Heard y Matthias Schoenaerts. Es un filme para mentalidades muy abiertas, porque trata sobre la primera mujer transgénero, registrada en los años 20 del siglo pasado.
La película aborda la historia real del reconocido pintor danés Einar Wegener, quien es persuadido por su esposa Gerda Wegener (también artista plástico) para que le pose con atuendos femeninos, lo que detona su (tran) sexualidad, que a la postre termina por trastornarlo psicológicamente para que se convierta en su inventado personaje Lili Elbe, una refinada “mujer” que vuelca a Francia, Alemania y su nación con sus “encantos”.
Dicho personaje se convirtió en el icono por excelencia de la medicina contemporánea, porque abrió la puerta de las operaciones de personas que deseaban una reasignación de sexo, tras negarse al cuerpo con el que nacieron. También abrió la puerta de la siquiatría para estudios de personalidad múltiple y lo que hoy conocemos como bipolaridad. Esta entidad sirvió de ejemplo para toda la comunidad LGBTTI del orbe y ha sido pieza fundamental para estudios sobre derechos e igualdades de seres del llamado tercer sexo dentro de una sociedad que por siglos había estado dividida en dos géneros.
Es una cinta preciosista, con una fotografía envidiable, con grandilocuentes tomas y paisajes únicos en el mundo. Las actuaciones, vestuario, ambientación y producción le dio cuatro nominaciones al Oscar. Más allá de esas apreciaciones, la película es de esas obras de arte que te dejan encantado, intrigado, estupefacto y, sobre todo, abierto al diálogo, a la discusión y a la experimentación.
Deseo que la selección haya sido del completo agrado de mis adoradas lectoras y de abiertos entes masculinos de corte femenino, estaremos recomendando más materiales fílmicos y literarios para los estudios de género y para investigaciones que alejen a los feminicidas del inconsciente colectivo, pero sobre todo, para la afable madura fémina que ha entrado a mi existencia de la forma más histriónica jamás vista, cuyos encantamientos continúen como el mejor disco The Pretenders, con una lánguida Chrissie Hynde a flor de piel y en su “mejor segunda juventud”.
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