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España sin peligro por huevos contaminados

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Holanda
La alerta por los huevos contaminados con el pesticida fipronil no ha llegado, de momento, a España. La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) ha afirmado este miércoles que no se han distribuido productos implicados en este país. El organismo, dependiente del Ministerio de Sanidad, concreta que, según el sistema de alertas europeo, ya son 13 los Estados miembros a los que han llegado lotes sospechosos de estar contaminados con el tóxico: Austria, Bélgica, Suiza, Alemania, Dinamarca, Francia, Reino Unido, Irlanda Italia, Holanda, Polonia, Rumania y Suecia.

El pesticida fipronil, no autorizado para su uso en animales de producción de alimentos (como las gallinas), puede provocar vértigo, náuseas y vómitos si se consume en cantidades altas, aunque los niveles hallados en los primeros lotes analizados en Bélgica y Holanda, donde nació la alerta, están por debajo de los niveles considerados de riesgo para el consumo humanos.

La Comisión Europea ya ha reclamado que se sancione a los responsables del uso ilegal de la sustancia tóxica.

Holanda desaconseja el consumo de huevos por el uso de un pesticida

Mientras, Países Bajos ha comenzado el análisis de carne de miles de pollos para ver si presentan trazas de fipronil. Para ello, los inspectores han visitado tanto las granjas de gallinas ponedoras, como las de pollos para el consumo, aunque, según han advertido, “la posibilidad de que el producto tóxico haya pasado al ave es muy pequeña, pero hay que asegurarse”. Si hubiera fipronil, el consumidor no debe temer riesgos para su salud, añaden los expertos. “Se trata de explotaciones avícolas que tienen prohibida por ahora la venta, de modo que no llegaría a la mesa”. Holanda criaba en 2014 cerca de 105 millones de aves de corral, según cifras del propio sector, y los granjeros afectados tienen dos alternativas: sacrificarlas, o bien ponerlas a dieta para ver si eliminan el pesticida. De momento, nadie aporta cifras, pero se presume cerca de un millón de ejemplares pueden acabar pereciendo.

En plena crisis alimentaria, y con los granjeros conteniendo el aliento ante la enormidad de sus pérdidas, Chickfriend, la firma que supuestamente utilizó fipronil para desinsectar a las gallinas, señala que “no lo aplicaron en las explotaciones de pollos para el consumo humano”. De todos modos, el tiempo corre en contra de los dueños de todo tipo de galliformes. A las 20 semanas de vida, pueden poner huevos. Hacia la semana 80, son sacrificadas y pasan a la cadena alimentaria. Para un propietario con aves jóvenes, la dieta puede ser una buena opción. Al adelgazar pierden las plumas y dejan de poner huevos, pero se espera que el fipronil vaya desapareciendo de su cuerpo y puedan recuperarse. Para las que han llegado ya a la semana 55 —de promedio— el sacrificio es lo más probable, según la Organización para la Tierra y la Horticultura.

Bélgica ha puesto en marcha una batería de medidas para contener la crisis. La agencia de seguridad alimentaria ha dado a conocer los códigos de los productos afectados y ha pedido a la población que en caso de que posean huevos con ese número de serie los devuelvan a las tiendas donde los compraron. La reacción supone el reconocimiento de que las autoridades desconocen la cantidad de producto contaminado que ha sido comercializado. Además, Bélgica ha habilitado una línea telefónica para resolver las dudas de la ciudadanía. Preguntados sobre la seguridad de comprar los huevos actualmente a la venta, los responsables de atender dicho teléfono responden con el siguiente mensaje: “Los huevos que están las tiendas son aptos para el consumo, pero si tienes en casa debes comprobar el código”.
Fallos en la detección

La prioridad entre los países afectados hasta ahora se centra en evitar que los huevos contaminados lleguen al mercado, pero el escándalo ha provocado un agrio debate en torno a los fallos en la gestión del problema que ha puesto en duda la capacidad de coordinación entre los socios europeos ante una crisis alimentaria. En los últimos días Alemania ha cargado duramente contra Bélgica por su retraso en comunicar la detección de huevos con restos de fipronil. El ministro de Agricultura germano, Christian Schmidt, se dijo “decepcionado” después de que trascendiera que Bélgica conocía la presencia del pesticida desde el 2 de junio y no lo comunicó al sistema de alerta rápida europea hasta mes y medio después.

Pero la pelota vuela de un tejado a otro. El ministro de Agricultura belga, Dennis Ducarme, bajo la lupa por estas acusaciones, ha trasladado este miércoles la responsabilidad a Holanda. Según Ducarme, Ámsterdam conocía la existencia del tóxico en los huevos desde mediados de noviembre de 2016 y no advirtió de ello a sus vecinos. “Cuando un país como Holanda, uno de los mayores exportadores de huevos del mundo, no comunica este tipo de información, existe de verdad un problema”, ha lamentado durante su intervención ante la comisión parlamentaria que investiga el caso.

El ministro Ducarme ha exigido a los tribunales que actúen con firmeza: “Estamos frente a un fraude. Los autores deben ser perseguidos por la justicia, porque para enriquecerse no han dudado en poner en peligro la salud de los consumidores”. La fiscalía de Amberes investiga si Poultry Vision, la empresa belga que suministró el pesticida a otra compañía holandesa, conocía que su destino final serían granjas avícolas, ya que, aunque el fipronil es ilegal para uso alimentario, sí está permitida su comercialización para otros tratamientos.

El escándalo ha llegado en un mal momento político para Holanda, que sigue negociando todavía la formación de un nuevo Gobierno (las elecciones tuvieron lugar el pasado marzo). Con el Ejecutivo de centro izquierda todavía en funciones, no hay, por ahora, respuesta oficial desde La Haya. EL PAÍS

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