IMPULSO/ Miguel A. García
Toluca
- La figura de Dios y lo que representa se modifica hacia una versión más ligera, lo que conduce a la violencia.
A partir de la globalización, todas las estructuras sociales se han ido modificando, entre ellas, nuestra relación con la religión y como la vivimos, por lo que la figura de Dios y lo que representa se ha modificando hacia una versión más ligera, el temor a está figura ha ido perdiendo peso, “lo que representa la reproducción de la violencia en distintos estratos sociales”.
De acuerdo a Federico Arzate Salvador, antropólogo de la Universidad Autónoma del Estado de México, las creencias religiosas han ido tomando nuevas direcciones, lo que no quiere decir que la gente haya dejado de creer, sino que vive con mayores libertades su fe, tal vez porque estas creencias no están tan bien arraigadas en la cosmovisión de las personas.
La fe ha cambiado a partir de los intereses que perseguimos, le damos un sentido que se adapte en primera instancia a nuestros deseos en lo terreno, nuestros fines materiales económicos y laborales.
El antropólogo señaló que esto se vive en gran medida por una pérdida de los valores de cohesión social y que la institución de la familia se ha resquebrajado, El temor a Dios y al castigo divino se ha ido desdibujando por atender primero nuestros deseos.
“Desafortunadamente, la juventud trata de experimentar experiencias límite, sólo viven el sinsentido, no se tiene una situación efectiva de la realidad del castigo divino”, dijo.
El investigador universitario señaló que, tanto en las sociedades rurales como urbanas, el impacto que han tenido los medios de comunicación ha generado que esta dinámica persista, quebrantando instituciones como la familia.
“Las creencias religiosas han ido tomando nuevas direcciones, lo que no quiere decir que la gente haya dejado de creer, sino que vive con mayores libertades su fe”, Federico Arzate Salvador, Antropólogo UAEM.