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La vida como es…


IMPULSO/ Octavio Raziel

Lolitas

Con cierta regularidad se observan parejas a las que los separan muchos años de diferencia. Sortean virtudes y amenazas de todo tipo, viven, realmente, una nueva dinámica de emparejamientos.

 

Hace no mucho, reflexionaba sobre los hombres considerados de “rabo verde” que perseguían a jovencitas, o las “alcachofas”, señoras maduras proclives a los chicos. En estos dos casos, sólo hay un juego, una aventura, ningún interés de formar una pareja. No tienen nada que ver con “Lolita”, síndrome tomado de la novela del escritor ruso Vladimir Nabokov, cuya protagonista –una tiernita estudiante de secundaria- seduce a su padrastro.

La novela de Nabokov fue llevada al cine por Stanley Kubrick en 1962, causando espanto, especialmente en mujeres maduras.

Dolores -interpretada por Sue Lyon- a quien llaman “Lo” o “Lolita”, tiene 12 años, posee una imaginación y coqueteo muy avanzado para su época. Ella confiesa a Humbert, su padrastro, que conoció algunos de los secretos del sexo en el campamento al que asistió en las últimas vacaciones. Lo seduce dándole una muestra de lo bien que había aprendido esa actividad. El protagonista muere de trombosis años más tarde, y ella, que se había escapado con un artista loco, muere por complicaciones de parto.

El síndrome de Lolita, esto es, las relaciones entre jóvenes adolescentes y hombres que, en promedio, son dos generaciones mayores que ellas es cada vez más común y mucho es propiciado por la imagen que externan, actitudes demasiado sensuales, modas de ropa cada vez más atrevidas y provocativas que las hacen ver más adultas. Además, el varón, que comienza a sentir el peso del tiempo, se da cuenta de que a cierta edad las mujeres lo miran y ya no lo ven.

El doctor Pedro Escudero, de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia, dijo alguna vez que “si en una relación de pareja ambos integrantes se sienten bien, comparten sus mundos y están en armonía con su entorno, no habría problema alguno”; sin embargo, los gustos y proyectos de vida nunca van a ser los mismos entre una chica de 15 y un hombre de 50 ó 60 años. Acepta que, sin duda, ella vivirá una sexualidad más plena, más madura y más adulta, y mucho más placentera que una juvenil.

Además de la clásica película, hubo otras cintas que abordaron el tema de diversa forma y fondo. Una de ellas fue “El amante”, que se desarrolla en la Indochina de los años 20, cuando una adolescente francesa (de 16) vive un apasionado romance con un empresario chino (de 63) mayor que ella. La cinta es una belleza de fotografía, color y erotismo sin llegar a lo porno. Otra fue “Beautiful girls”, que nos muestra a una atractiva e inteligente chica de sólo 13 años que con su carácter y su modo de ver la vida consigue romper los esquemas del varón hacia quien dirige sus baterías sexuales. También está “American beauty”, en la que el protagonista acaba obsesionado por Ángela, una seductora adolescente amiga de su hija. Finalmente tenemos “Entrevista con el vampiro”, en la que Claudia, una mujer chupasangre, está encerrada en el cuerpo de una niña, condición que aprovecha para seducir a sus víctimas y alimentarse de ellas.

La sociedad del siglo veintiuno nos dice que el amor no tiene edad y, en ocasiones, tampoco sexo. Sin embargo, las conductas de la pareja de hoy podrían llevarnos a la caída de otro tabú, el prejuicio cultural, social, o como diría Platón, estamos empezando a salir de la caverna.

El éxito ha sido la aceptación de cada uno en su momento de vida. Los varones no cambian su forma de vestir, de actuar y ellas los aceptan tal cual son. No obstante, para él es fácil recordar los lugares donde estuvo, los logros alcanzados, las satisfacciones que tuvo en su vida, mientras que ella anhela viajar, conocer “antros”, “chatear” con sus amigos y hasta ¡salir de blanco! con todas sus amigas alrededor. Esos desfases tendrán que superarlos ambos, convencidos de que enamorarse es querer eternizar el instante en el que nos encontramos a nosotros mismos en el otro.

A las nuevas generaciones corresponde vivir nuevos conceptos de pareja, sin importar edad ni fecha en el calendario. Género y tiempo tendrán otros significados, sin sumisión cultural, culpas o prejuicios, prevaleciendo el criterio del amor auténtico.

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