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Restringen en Asia y África la marihuana

IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad de México

África y Asia son los dos continentes más restrictivos con la cannabis para cualquier uso, lúdico o medicinal. Esta actitud prohibicionista encierra dos grandes paradojas. La primera, que la cannabis se considera originaria del centro y sudeste asiático y está documentado su uso hace 5 mil años. La segunda, que algunos de los principales productores mundiales están en la región.

India es de los países más consecuentes con esta tradición y, aunque el consumo y la posesión de la droga, llamada ganja, sea ilegal a escala federal, dentro de varios estados está despenalizado, se cultiva extensivamente, e incluso se puede comprar en establecimientos gubernamentales.

Camboya, Myanmar y Bangladesh presentan situaciones similares. La ley es dura, con penas de cárcel, pero el consumo está tan enraizado que la policía no lo considera una prioridad. Lo mismo se podía decir de Filipinas hasta la llegada de Rodrigo Duterte, en 2016, pero su guerra contra traficantes ha convertido el consumo de marihuana en una actividad de riesgo.

Israel es el único país de Asia donde hay un uso medicinal claro. Desde 1992 concede permisos a pacientes concretos para cultivar y consumir, y en 2007 abrió un programa que permite incluso tratamientos en geriátricos. Este año se anunció en el parlamento un debate para descriminalizar la posesión para uso personal. Turquía acepta el cultivo de cannabis para la investigación y la elaboración de medicamentos en 19 provincias. Sin embargo, el consumo es ilegal y está penado.

Fuera de estos países, el panorama general es de represión total, con penas de cárcel de hasta siete años en Japón por la tenencia de pequeñas cantidades. China y Corea del Sur también son muy duras. Afganistán es aparte: el país lo prohíbe, pero es considerado el primer productor y exportador mundial.

La cannabis llegó a África en torno al siglo VII, con comerciantes árabes o indios. Se incorporó a la medicina tradicional de tribus del África negra, pero su uso está autorizado sólo en Sudáfrica. Los colonizadores prohibieron fumar y cultivar la dagga sudafricana en 1922, pero desde el final del apartheid hay un potente movimiento por la legalización, y el consumo es corriente. Este año un tribunal de Western Cape consideró inconstitucional la prohibición, pero está por ver el desarrollo legal.

Los casos más llamativos son los del norte de África. Según la ONU, Marruecos produce 70% del hachís fumado en Europa, y se turna con Afganistán en el puesto de primer productor mundial, con unas 800 toneladas anuales. A pesar de que regiones enteras del país viven del kif, es ilegal, y el debate sobre su regularización está bloqueado por las tensiones internas del país.

Lo mismo sucede con países como Egipto o Túnez, que vive un debate por el reciente encarcelamiento de dos estudiantes por fumar hachís, cuando su uso está socialmente aceptado.

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