IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
En tareas de salvamento arqueológico realizadas en la calle de Francisco Sosa, barrio de Santa Catarina Omac, se hallaron fragmentos cerámicos cuya temporalidad recorre cinco siglos, desde la época prehispánica hasta el siglo XX, mismos que han servido para reconstruir la vida cotidiana de sus antiguos habitantes.
En un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se informa además que este sitio del centro Histórico de Coyoacán, ubicado al sur de la Ciudad de México, fue construido sobre lo que en el periodo Posclásico Tardío (1400 – 1521 d.C.) fue una pequeña población tepaneca, vasalla del imperio mexica.
Además, de que ese principal espacio ceremonial habría estado ubicado en la actual calle de Ignacio Allende, la villa de Coyoacán, el que se convirtió durante el virreinato y buena parte del siglo XIX, en una conocida zona de descanso para las clases privilegiadas.
La arqueóloga María de la Luz Moreno Cabrera informó que las labores de rescate e investigación que realiza la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, con motivo de obras públicas o privadas como pueden ser la construcción de casas-habitación, sustitución de drenajes, pavimentación o recimentación de inmuebles históricos, las que han facilitado la localización de materiales que van desde tiestos de cerámica tipo Azteca II, III y IV, hasta fragmentos de vasijas y otros elementos de procedencia europea o asiática.
“Mayormente suelen encontrarse objetos utilitarios y artesanía de cerámica, loza, porcelana, vidrio, hueso y metal, los cuales eran adquiridos frecuentemente por la población acomodada en los barrios de la Concepción, Santa Catarina, Churubusco, San Lucas y San Francisco, entre otros, donde aún existen muchas de las edificaciones que los resguardaron, como la llamada Casa de la Malinche, la Casa de Alvarado y la Casa de Diego Ordaz”, agregó Moreno Cabrera.
Entre las piezas completas encontradas destacan ocho pequeños malacates para hilar, correspondientes a la citada ocupación tepaneca, además de 112 objetos modernos: clavos, canicas e incluso trozos de cerámica que se sabe pertenecieron a muñecas de porcelana de fabricación alemana, comercializadas en México durante el siglo XIX.
Mencionó que tras consultar en archivos como el General de la Nación y el Histórico de la Ciudad de México, se averiguó que en 1945 el citado predio estuvo ocupado por una congregación de monjas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús y en el primer tercio del siglo XIX, fue propiedad de un empresario de apellido Varela y era conocido como “La Aduana”.
La arqueóloga destacó que un rasgo adicional encontrado en los tiestos de Francisco Sosa 105, y documentado en anteriores proyectos de salvamento y restauración en Coyoacán y otros puntos de la Ciudad de México, tiene que ver con pedacería de cerámica, porcelana, barro y otros materiales prehispánicos y coloniales, que ya fuera por cambios en el inmueble u otras causas, se acumulaban en un mismo depósito de basura. Dichos tiestos eran reusados en, por ejemplo, la decoración de macetas de jardinería, o bien, al interior de nuevos sistemas constructivos, como bóvedas o pisos edificados entre los siglos XVI y XVIII.
Esta práctica también tenía que ver con el aligeramiento de estructuras a partir del reciclaje de piezas completas o semicompletas. Muestra de ello es el Ex Convento de San Francisco, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, actualmente ocupado por una librería del Fondo de Cultura Económica, donde proyectos anteriores encontraron y liberaron algunas de las oliveras y botijas empleadas como relleno en diversas techumbres y cúpulas.
A través de investigaciones rigurosas, tanto académica y científica es como se pueden recuperar los contextos arqueológicos y conocer más acerca de quienes habitaron antiguamente las ciudades actuales, concluye la arqueóloga.