IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad de México
De las anécdotas que Napoleón puede contar en el escenario están la que cuenta de cuando conoció a alguien que se volvería famoso o de cuando consiguió que José José grabara alguna de sus canciones. Sin embargo, decidió que valía la pena contar también la historia de un moco.
“Si quieres ser feliz, mete tu dedo en la nariz y si quieres otro poco, mete otro y saca otro. Un moco, un moco, un moco, dijo Cervantes que los mocos del Quijote eran mocos ambulantes. Lo más grandioso y elegante que tiene un elefante es el moco, dijo Rubén Darío, Oh, moco mío”, recitó en el escenario a media luz y con música dramática.
Aquella poesía provocó la risa nerviosa de los asistentes al Auditorio Nacional que se reunieron el domingo por la noche para escuchar sus éxitos, sus historias y su voz.
Vestido de negro apareció entre la penumbra para, con su voz, alentar al público que lo ha conocido desde hace casi cinco décadas y lo ha visto triunfar con sus canciones lo mismo en el OTI que en las telenovelas.
Deseosos por escucharlo, los aplausos le dieron la señal de salida.
Canciones como “Ella se llamaba”, “Eres”, “Deja”, “¿Quién eres tú?”, entre otros fueron acompañadas por los coros de los asistentes. La mayoría eran mujeres que a la menor provocación lanzaban piropos al cantante.
Él, por su parte, se disculpaba por no escucharlos con claridad y cuando en una que otra cachaba el mensaje, se reía y agradecía.
La voz normal del cantante es menos poderosa que en sus canciones, es lenta y suave y aquella tonada cambia completamente cuando de entonar sus canciones se trata.
Durante su concierto también tuvo la oportunidad de dedicar un breve momento a José José.
“Siempre está en mis oraciones y más ahora que está enfrentando una difícil situación con su salud. Me siento muy afortunado de que él haya cantado algunas de mis canciones”, agregó.
La oportunidad le dio para hacer festejo por sus 46 años de carrera musical.
Foto: Ilustrativa WEB