IMPULSO/ Edición Web
Madrid, España
Una tarde de agosto de 2014, el investigador español Javier Lesaca recibió un video en su celular.
“Se veía un tipo vestido de ninja, con acento británico y cadencia de hip hop al hablar. Estaba frente a un rehén de rodillas y acababa matándolo”, recuerda.
Como miles de internautas en todo el mundo, Lesaca acababa de presenciar el asesinato de James Foley, periodista estadounidense capturado en Siria por el Estado Islámico (EI). Se dio cuenta de que aquello era el principio de algo nuevo, de una estrategia terrorista que no tenía nada que ver con las conocidas hasta ahora.
“No parecía un crimen real. Más bien una escena de ‘Seven’ o del videojuego ‘Assassin’s Creed’. El EI difundió simultáneamente el video por 3 mil cuentas de Twitter falsas usando hashtags con temas del día, como el iPhone 6 o el cumpleaños de Demi Lovato. A millones de jóvenes les llegaron esas imágenes sin buscarlas”, cuenta.
Lesaca, investigador visitante en la Universidad George Washington y miembro de la red de expertos de Naciones Unidas contra la radicalización, ha analizado desde entonces las 10 mil comunicaciones públicas y los mil 300 videos producidos por el EI en tres años, más que cualquier institución pública en el mundo. Esta semana presentó, aquí, su trabajo sobre esta estrategia de captación de terroristas y apología del yihadismo, recogido en el libro “Armas de seducción masiva” (Península).
“El EI tiene 37 productoras audiovisuales segmentadas por audiencias y países: Filipinas, Nigeria, India… Pero todas trabajan de forma centralizada para la central, Al Hayat”, explica; 50% de los videos son copias de escenas de videojuegos y las películas de acción más vistas por los jóvenes.
Hay cerca de 300 inspirados en el juego “Call of Duty”, mientras que en casi ninguno aparece un imán. El Estado Islámico sabe que los jóvenes de Oriente, de África y de Europa a los que quiere seducir están frustrados y aburridos y se mueven más por el ansia de aventura y de pertenecer a algo que por el sentimiento religioso.
El nuevo modelo de propaganda yihadista supuso una ruptura que los expertos en inteligencia no anticiparon. “Con las redes sociales, el EI ya no necesita la televisión y sabe que sus potenciales seguidores no van a leer un periódico. Usa como nadie los nuevos lenguajes audiovisuales. Los videos de Al-Qaeda eran aburridísimos. Veías a Bin Laden desaliñado, en una cueva… Nadie quiere formar parte de eso. Pero un joven del suburbio de París que juega cuatro horas diarias al ‘Call of Duty’ sí quiere pertenecer a un vídeo del Estado Islámico”, resume el investigador.
Un video icónico resume esa dinámica. Se trata de una grabación del joven canadiense André Poulin, en el que narra cómo era su pacífica, pero alienante vida de estudiante y barrendero en Canadá antes de unirse como combatiente al EI.
Un rótulo presenta a Poulin como “El Elegido”. Lesaca subraya: “Esa es la intención del EI, mostrarte que tú también puedes ser ‘El Elegido’, no otra persona más sin importancia”.
La estrategia alcanzó un éxito inmediato en dos países como Siria e Irak, donde los jóvenes se sentían atrapados por la corrupción, el autoritarismo y la violencia, “pero lo dramático es que esté funcionando también en un lugar con el nivel de bienestar de Europa, aprovechando que hay una generación con mucha gente furiosa dispuesta a comprar un proyecto nihilista”, opina Lesaca.
La solución, en el diagnóstico del investigador, pasa por volver a poner de moda los principios democráticos que han perdido vigencia.
También por comenzar a combatir al terrorismo con un lenguaje similar al suyo, al de los jóvenes, y con la complicidad de expertos en medios de comunicación, sociólogos y de las propias compañías tecnológicas.