IMPULSO/Ángel Díaz del Río
División
El CEN del PRI ha convocado a la realización de su XXII Asamblea Nacional que se realizará en agosto, antes del proceso de selección de su candidato a la Presidencia de la República. Hay temor en algunos sectores de la militancia de que esta reunión sea convocada para modificar los estatutos y crear un traje a la medida de alguno de los aspirantes.
El fantasma de la XIII Asamblea ronda en torno al partido, aquella asamblea fue la que decidió la exclusión de gente como Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y decenas más. El presidente de la República era Miguel de la Madrid y Jorge de la Vega Domínguez el presidente del CEN del PRI.
Cárdenas y Muñoz Ledo encabezaron un grupo al que denominaron “Corriente Crítica”. Desde esa trinchera, pidieron que el partido se abriera a la democracia interna para seleccionar a su candidato a la República.
“El partido ha efectuado encomiables innovaciones en la democratización de los procesos internos a escala local. Los resultados son alentadores, ¿por qué no apresurar la marcha y extender la experiencia adquirida a los niveles en que se deciden la vigencia del federalismo y la sobrevivencia nacional?” (Muñoz Ledo –21 de octubre de 2016-, “El PRI y la Renovación Política del País”).
Por su parte, Cuauhtémoc Cárdenas señaló en un discurso pronunciado justamente en esa reunión: “La participación democrática de los militantes en la selección de candidatos del partido a los cargos de elección popular en todos los niveles favorecería el desarrollo de vínculos efectivos entre los dirigentes políticos y las bases y establecería entre ambas partes, además, un claro compromiso ideológico, esencial en una representación verdaderamente democrática. Por todo lo anterior, consideramos que la XIII Asamblea Nacional debiera inaugurar un periodo de intensa actividad política, de carácter preelectoral, destinado a recoger las opiniones y exigencias de sus bases y a determinar, junto con una plataforma de acción política, los procedimientos de participación que aseguren el pleno cumplimiento de las disposiciones contenidas en el Título Tercero de nuestros estatutos”.
La respuesta no se hizo esperar, Jorge De la Vega Domínguez pronunció una airada réplica: “En la institución presidencial, convergen las tendencias más responsables y progresistas que dan sentido a la dinámica de la nación. Quienes consideran que la democracia exige restar facultades al Gobierno federal ignoran que éste es una institución producto de nuestra experiencia histórica y un instrumento poderoso de nuestra voluntad colectiva”.
Y fue más allá: “Hay quienes confunden la apertura democrática con el desorden, sin tomar en cuenta que éste beneficiaría a las oligarquías y a pequeños grupos o individuos que sólo sirven a intereses particulares. Ante los procesos electorales que se avecinan, pueden surgir intentos para socavar nuestra cohesión y estructura. Ofrezco a la dirigencia y a todos los integrantes de nuestro gran organismo que cumpliré sin vacilaciones el acuerdo de preservar el orden interno y la unidad. No toleraremos que se invoque la democracia que practicamos para trastocar nuestra actividad partidista. Desde esta gran asamblea, decimos a todos los que de aquí en adelante no quieran respetar la voluntad de la inmensa mayoría de los priistas que renuncien a nuestro partido y que busquen su acomodo en otras instituciones políticas”.
Cárdenas respondió: “Las amenazas no arredran, no las respalda autoridad moral, los campos están definidos, las bases del partido, como las grandes mayorías del pueblo mexicano, han sido, son y seguirán siendo democráticas, revolucionarias, a pesar de la cerrazón y desviaciones de dirigentes pasajeros. Continuaremos en la lucha con la fuerza que dan la convicción y la razón”.
Y Muñoz Ledo lo respaldo: “Es plena nuestra solidaridad con Cuauhtémoc Cárdenas, conocimos su texto y lo respaldamos, habló por todos nosotros. El reclamo es justo y el lenguaje preciso. La respuesta que recibimos de la dirigencia del Partido en la clausura de la Asamblea General fue desproporcionada, equívoca y distante de la palabra empeñada”.