IMPULSO/Erik Solheim
El campo noruego es un magnífico sitio de juegos para un niño. Ninguna aventura supera la de lanzarse por colinas onduladas o adentrarse en misteriosos bosques. Siempre he vivido en la ciudad, pero tuve la suerte de criarme explorando estos tesoros naturales de Noruega, mi país.
Algunas de mis memorias favoritas son de aquellas aventuras. Recuerdo la emoción de cruzar un manantial burbujeante, el olor del pino empapado tras la lluvia o los altos pastos acariciados por el viento. Los inviernos eran fríos, pero también divertidos. Los bosques y montañas quedaban cubiertos de una sábana de nieve y hielo, pero en los días soleados los destellos a través del hielo en los árboles proporcionaban una escena mágica. En esta época se desarrolló en mí un amor profundo por la naturaleza, uno que ha permanecido.
Para quienes viven en ciudades, la naturaleza puede verse a menudo como algo decorativo. Allí el pasto es domado y recortado y los árboles se encajan en el pavimento. Los parques urbanos proveen un refugio, pero a medida que el trabajo copa cada vez más el tiempo de la gente, parece haber menos oportunidades para disfrutar del mundo natural. Eso es un problema para todos.
La mitad de la población mundial vive en ciudades y la urbanización se extiende rápidamente. La mayoría de nosotros, habitantes de la ciudad, sentirá a veces que pierde el contacto con el medio ambiente. Pero justo cuando más nos alejamos de la naturaleza, se vuelve cada vez más crucial protegerla.
Los símbolos de la vida moderna —rascacielos, teléfonos inteligentes, comida rápida— se construyen sobre los fundamentos de complejos sistemas naturales. Ríos, selvas, desiertos, océanos, todos son ecosistemas que nos dan lo que necesitamos para sobrevivir y prosperar.
Sin una naturaleza saludable, nuestra vida moderna se derrumbaría. Pero algunos de estos ecosistemas son tan complejos que se hace muy difícil comprender cuán importantes son. Un insignificante cambio, como la deforestación o el desvío de ríos, puede causar efectos desastrosos. Lo vemos con el cambio climático. Un pequeño aumento global en la temperatura está causando un incremento del nivel del mar, más inundaciones y sequías, y la disminución de especies. Fundamentos naturales como las lluvias anuales o los polinizadores que hacen que crezcan los cultivos, de repente se tambalean.
Está claro, es importante que garanticemos esta base para la supervivencia humana. ¿Pero cómo lo haremos si casi no entendemos la conexión? Conocer sobre la naturaleza ayuda, pero, para verdaderamente entender la conexión, tenemos que sentirla cerca.