IMPULSO/José Luis de la Cruz Gallegos*
México no cuenta con el modelo económico adecuado para generar mayor crecimiento, las estadísticas internacionales son contundentes. A inicio de la década de los años 80, nuestro país ocupó la octava posición global por tamaño del PIB.
La crisis de los años 80 y la de 1995 implicaron un retroceso que nos llevó hasta el lugar 16 en la lista del Fondo Monetario Internacional en 1996. En 2017, México volverá a ubicarse en dicha posición, pero Indonesia lo ha superado.
Por primera vez desde la crisis de 2009, el PIB de México será inferior a un billón de dólares, es el resultado del bajo crecimiento y la depreciación del peso.
Atrás quedo la ilusión de que el TLCAN y los acuerdos con la Unión Europea y Japón serían suficientes para impulsar a un país que apostó todo a la apertura y renunció a un modelo propio de pensamiento y política económica.
A lo largo del siglo XXI, naciones como Rusia, España, Indonesia, India, Corea del Sur y Australia han desplazado a México, casi todos venían de profundas crisis estructurales. Rusia, de la fragmentación de la Unión Soviética, Brasil, del quebranto de los años 80 y sus problemas de corrupción, Corea del Sur, de ser una de la naciones más pobres del mundo y de los conflictos sociales que enfrentó en la década de los 80, Indonesia y la propia Corea, de la crisis asiática de los años 90. España emergió del estancamiento provocado por la dictadura de Franco. Australia era la nación con mayor estabilidad de dicho grupo.
A pesar de sus problemas, algunos de los cuales persisten, en términos económicos, dicho grupo de países avanzó a un ritmo superior a México. De hecho, se han convertido en líderes innovadores en materia tecnológica e industrial. El ejemplo más claro se encuentra en Corea del Sur.
Hoy, México depende de la inversión productiva de España, Corea del Sur y aún de Brasil, y Estados Unidos, Alemania, Japón, Reino Unido, Canadá, China y Países Bajos son parte del motor que mueve a los sectores manufacturero, construcción, minero, financiero y comercial. Poco a poco, sus grandes empresas han sustituido o comprado a las de origen nacional.
La clave de su éxito es la inversión, de acuerdo al Banco Mundial, en México, la inversión productiva es apenas 60% de lo que se realiza en Brasil o Corea del Sur, 35% de la que se lleva a cabo en la India o sólo 6% de la china. Sólo como punto de referencia, en 1990, México tenía una inversión productiva que era la mitad de la china o superior a la de la India.
Lo descrito implica una contradicción fundamental con la época que se vive. El mundo se dirige a lo que se ha etiquetado como “Industria 4.0”, es decir, a las aplicaciones que integran robótica, mecatrónica, computación, microelectrónica, realidad virtual, nanotecnología, biotecnología, telemática, procesamiento digital de señales, entre otras.
Todas ellas fueron desarrolladas en los años 70 y 80 del siglo pasado, justamente cuando México renunció a la política de desarrollo industrial y pensó que con el libre comercio sería suficiente para integrarnos a la modernidad y alcanzar mayor crecimiento económico.
La ciencia y el progreso tecnológico no son aspectos que se puedan dejar a la lógica mercantilista, se debe invertir en el desarrollo del capital humano y de bienes de capital.
Hoy, el continente asiático y Alemania mantienen el liderazgo gracias a que no renunciaron a una política de desarrollo industrial y de fomento al progreso tecnológico.
El comercio exterior sólo forma parte del final del proceso, es la venta y compra.
El error de no invertir llegó a lo más básico, carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarriles vivienda y energía sólo representan algunos ejemplos de los sectores en donde México no se modernizó a pesar de que se requería para competir a nivel global, aún desde el punto de vista ortodoxo de la apertura económica a costa de todo.
Hoy, la inversión pública y privada siguen debilitándose, y con ello se condena al PIB a crecer sólo 2.5% en promedio, lo mismo de los últimos 30 años. Sólo un programa de desarrollo basado en un nuevo modelo económico podrá transformar esa realidad.
*Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico.