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A segundo plano la fiesta del 5 de mayo en la Casa Blanca

IMPULSO/Agencia SUN
Washington
La fiesta del 5 de Mayo en la Casa Blanca, que en años anteriores contaba con la presencia del presidente de Estados Unidos, representantes de la comunidad hispana y artistas mexicanos, ahora quedó en segundo plano.

Para empezar se realizó este jueves, 4 de mayo; la encabezó el vicepresidente Mike Pence y tuvo lugar en el edificio Eisenhower y no en la Casa Blanca. Tampoco contó con grandes nombres ni estrellas de la comunidad latina, sólo asistieron poco más de 150 invitados.

Sin embargo, Pence aseguró en su discurso que el presidente Donald Trump (que no asistió al evento) tiene a la comunidad latina de EU como una “prioridad”. Dijo que el magnate “lucha cada día para empoderar a los hispanos estadounidenses y que contribuyan todavía más al futuro del país”. Agregó que Trump cree firmemente en que “una reforma migratoria positiva y real es posible”.“El presidente ha hecho de la comunidad latina una prioridad y siempre lo será”, aseguró Pence, en una celebración deslucida.

El 5 de Mayo —que conmemora la Batalla de Puebla de 1862— es una festividad dedicada a honrar a la comunidad latina en Estados Unidos, y especialmente la de origen mexicano. Las fiestas en la Casa Blanca iniciaron en 2001, durante el gobierno del presidente George W. Bush. El año pasado, Barack Obama invitó al grupo Maná para que diera un concierto en el festejo.

Ahora, al acto asistió el único latino de la administración Trump, el secretario del Trabajo de origen cubano, Alexander Acosta, y el embajador mexicano en Washington, Gerónimo Gutiérrez, quien en un breve discurso resaltó los lazos que unen a ambos pueblos y la necesidad de que sean “fuertes y exitosos” en interés de las dos naciones.

Trump, cuya administración tiene un carácter marcadamente antiinmigrante y que durante su campaña electoral insultó a los mexicanos, no hizo acto de presencia porque estuvo en la Casa Blanca celebrando su victoria legislativa con la revocación del Obamacare y posteriormente viajó a Nueva York para reunirse con el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull.