IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
Las fuertes tensiones entre Corea del Norte y Estados Unidos entraron este viernes en un nuevo plano. El régimen de Pyongyang denunció, aportando numerosos detalles, que ha desarticulado una supuesta trama de la CIA y los servicios secretos surcoreanos para asesinar a su líder, Kim Jong-un, con algún tipo de sustancia bioquímica.
“Una quimera tal no podía llegar a nada en ningún caso”, afirma.
La “atroz conspiración” se encontraba ya “en la seria fase de puesta en práctica, tras haber cruzado la frontera de la República Democrática Popular de Corea (el nombre oficial de Corea del Norte)”, según recoge un comunicado de su Ministerio de Seguridad Estatal y que publica la agencia estatal KCNA.
Según la versión norcoreana, la trama comenzó en junio de 2014. En esa fecha, los servicios secretos surcoreanos consiguieron reclutar a un ciudadano del norte, un hombre llamado Kim (uno de los apellidos más comunes en las dos Coreas) que trabajaba en la sucursal de una empresa de maderas en Jabarosk, en Rusia. En un primer momento le entregaron 20,000 dólares -en dos ocasiones- y un equipo de transmisión vía satélite. Posteriormente recibiría otros 200,000 dólares. La idea era atentar contra Kim Jong-un mientras participara en algún acto oficial, bien un desfile o bien en el Palacio del Sol, donde reposan los restos de su padre Kim Jong Il y su abuelo Kim Il Sung.
El plan preveía el uso de “sustancias bioquímicas, incluidas sustancias radioactivas y sustancias nano-venenosas”, producidas por la CIA y que “no requieren cercanía al objetivo; sus resultados letales aparecen pasados entre seis y doce meses”.
Es ciertamente improbable que un espía lograra acercarse a Kim Jong-un lo suficiente como para intentar su asesinato. En Corea del Norte, un Estado donde la vigilancia de y por los ciudadanos es constante, cualquier acto en el que remotamente se sospeche que el líder pueda estar presente está rodeado de máxima seguridad. En eventos como los desfiles militares que se suceden casi cada año, todos los asistentes deben someterse a estrictos controles, dos y hasta tres veces. “El Mariscal” está rodeado continuamente de una imponente guardia de elite que le protege. La proximidad física es impensable.
Curiosamente, el hipotético método del supuesto plan de asesinato recuerda al empleado para matar al hermano de Kim Jong-un, Kim Jong-nam, en el aeropuerto de Kuala Lumpur el pasado febrero. Las autoridades malasias atribuyeron el crimen a agentes norcoreanos, aunque finalmente solo han podido detener a dos mujeres, una ciudadana vietnamita y otra indonesia, acusadas de haber administrado a Kim el agente nervioso que le causó la muerte.
Después de que Kim regresara a Pyongyang, los agentes surcoreanos se comunicaron por satélite con él en enero, mayo, agosto y septiembre de 2016. Entre otras cosas, le reclamaron información lo más detallada posible de las áreas donde el régimen celebra con frecuencia momentos señalados.
El comunicado no específica en qué momento exacto se destapó el plan, solo que “fue descubierto y aplastado recientemente”. Tampoco explica cómo lo desarticuló o lo que le ha ocurrido al supuesto infiltrado.
Sí precisa que Kim aún mantuvo contacto con los agentes extranjeros en varias ocasiones este abril. Ese mes Corea del Norte celebró un gran desfile militar en homenaje al 105 aniversario del nacimiento de Kim Il-sung, el día 15. Apenas 10 días después conmemoró el 75 aniversario de la fundación de su ejército con unas gigantescas maniobras militares, presididas por el propio Kim Jong-un.
Esta semana, según ha confirmado Estados Unidos, el director de la CIA, Mike Pompeo, visitó Seúl para reunirse con los responsables del NIS, los servicios de inteligencia surcoreanos. Hasta el momento, ni Seúl ni Washington han reaccionado a las acusaciones de Pyongyang.
El intento de eliminar a su líder, asegura el Ministerio norcoreano, “ha sobrepasado los límites”. El comunicado anuncia el inicio inmediato de un “ataque antiterrorista al estilo coreano para barrer las organizaciones secretas y organizadoras de tramas de los imperialistas estadounidenses y de sus marionetas” surcoreanas. Es una declaración que puede anunciar el comienzo de purgas internas.
Es inusual que Corea del Norte aporte detalles tan específicos en acusaciones contra el sur y Estados Unidos de querer deponer al régimen. No es tan raro que acuse de subversión a quienes percibe como enemigos: uno de los cargos contra Jang Song-Thaek, el tío de Kim Jong-un ejecutado en 2013, fue el de conspirar para derrocar al sistema.
Pyongyang también ha acusado en el pasado a Corea del Sur y EEUU de actos inverosímiles. Cuando el año pasado un grupo de camareras empleadas en un restaurante norcoreano en China huyó al sur, acusó a Seúl de haberlas secuestrado.
La denuncia llega en una situación de máxima tensión en la península coreana. Pyongyang y Washington se encuentran enzarzados en una disputa sobre el programa de armamento del norte, y los expertos creen posible que el régimen de Kim Jong-un lleve a cabo más o menos pronto su sexto ensayo nuclear. Tampoco descartan un nuevo disparo de misil, después de que el mes pasado probara tres lanzamientos.
Estados Unidos ha enviado a la zona su portaaviones Carl Vinson, que participa en maniobras conjuntas con la Marina surcoreana, mientras Pyongyang ha advertido de “consecuencias terribles” si el buque hace algún intento de atacar su territorio. El secretario de Estado de EE. UU., Rex Tillerson, ha advertido que “todas las opciones están sobre la mesa” para lograr el fin del programa de armamento norcoreano, con el que el régimen de ese país quiere desarrollar bombas nucleares y misiles que puedan alcanzar territorio continental estadounidense. (Periódico am)