Julio 16, 2024
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En las nubes

IMPULSO/  Ravelo Galindo

Otras plagas

Debe quedar claro que no hablamos de políticos. Que, reiteramos también son cargas. Hablamos de otras plagas que también hace daño. Pero contra los libros, además de los mismos humanos. Como los propios empleados del pueblo. Nos insisten. Y las revelan. Coincidimos.
La mosca domestica daña los libros, la cual suelta cierto fluido cáustico y después deja la vida. El daño que se causa es un agujero elíptico, rodeado por una veladura esponjosa fungosa.
Hay un remedio y es el polvo de insecticida ya que cuando muestra algún signo o síntoma de enfermedad, es rápidamente devorado por sus mismos compañeros.
Los menos frecuentes pero los más destructores son las ratas y ratones que utilizan las hojas de los libros para hacer su madriguera y abrigar a sus múltiples crías. Como alimento les encantan los lomos y las hojas de los libros.
Otra plaga mas es el escarabajo negro y las cucarachas que se pueden controlar con cierta facilidad.
Una buena y bonita encuadernación, causa un placer encantador. Acariciar el libro sentir su peso, ver que las hojas se abren con facilidad, que cuenta con un separador y que su lomo y frente cuentan con las letras doradas pertinentes para el tipo de volumen que se desea.
Al igual que los hombres los libros tienen cuerpo y alma, luego entonces el pecado en ellos existe. Peca el hombre que lleva un libro a un mal encuadernador y peca el libro que cae en sus manos y no se niega, a ser por el restaurado.
Encontrar un encuadernador digno es encontrar una mina de oro. Es llevar un libro del infierno al cielo. Un mal encuadernador acorta la vida de un libro. Uno prudente y bueno la alarga.
El alma del libro es su parte literaria, el cuerpo es el bastidor que lo sustenta o cubierta.
Es el quien determina su obra y ornamentación de acuerdo con el gusto de su cliente cuando esto es posible.
Es su médico que lo atiende en su enfermedad y le proporcionara su curación o participara en la autopsia en caso necesario.
Debe poseer las cualidades artísticas necesarias y propias de su oficio. Un Rembrandt, un Sorolla etcétera.
El coleccionista es un hombre peligroso, casi siempre tiende al robo parcial o total. Hay que estar muy atento con quienes tienen acceso a bibliotecas públicas o privadas para evitar que sustraigan o mutilen los libros o revistas.
Tener hijos implica una sección especial en donde solo ellos meterán las manos y usaran sus libros a voluntad. Desde luego previa severa educación del cómo se manejan los libros, cómo se pasan las hojas de manera que no se arruguen. No se deben de ensalivar los dedos para pasar las hojas. Nunca se debe pintar o rayar un libro que no este destinado para eso.
No se deben poner al sol. No deben estar cerca del agua. Deben tener un orden y clasificación y deben sacudirse con frecuencia. craveloygalindo@gmail

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