Diciembre 25, 2024
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El gobierno de EE.UU. y el TLCAN

IMPULSO/Gregorio Vidal*

Desde inicios de los años 90 a la fecha, la economía de México ha tenido una importante transformación, el comercio exterior ha cambiado, como también el proceso de financiamiento de las actividades económicas, por señalar dos hechos.

La composición de la formación de capital es radicalmente diferente a la de finales de los años 80 del siglo pasado, como también lo es la forma de financiarse del sector público.
En meses recientes, se ha señalado que la deuda pública creció hasta niveles que pueden ser considerados delicados. Sin embargo, a diferencia de los años 80, cuando el problema era la deuda externa, en la actualidad la mayor parte es deuda interna.

En el caso del sector público es deuda colocada directamente en los mercados que puede ser adquirida lo mismo por residentes que por no residentes. En algún momento estos últimos han tenido porciones significativas de estos títulos gubernamentales.

También las grandes empresas se financian colocando títulos de deuda, lo mismo en el mercado interno que en el exterior. La economía de México es en muchos sentidos una de las más abiertas a nivel global. No obstante la apertura tiene una contraparte específica:

Estados Unidos. Es un dato notable del cambio realizado y en diversas formas es un hecho construido desde el gobierno y con el concurso de algunos sectores de empresas, de instituciones financieras, de grandes medios de comunicación y algunos otros actores sociales.

La relación económica con Estados Unidos se transformó y se constituyó en un dato cierto en la toma de decisiones de inversión para grandes empresas. Por ejemplo, si se analiza el comercio con países de la Unión Europea, se puede observar que una parte importante de las importaciones que las firmas realizan desde México se destinan a la fabricación de artículos que tienen preferentemente por destino final el mercado estadounidense.

La organización de este comercio cuenta con el instrumento del tratado de libre comercio del país con la Unión Europea. Pero es inexplicable si no se considera al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), sus reglas de origen y el trato establecido en el capítulo relativo a las inversiones.

También las inversiones y el desplazamiento de parte de la producción al territorio de México ejecutado por empresas estadounidenses y canadienses considera las reglas del TLCAN y se efectúa principalmente considerando el comportamiento del mercado en Estados Unidos.

En el pasado sugerir que era necesario revisar el TLCAN se descartaba de inmediato. Aun cuando existieran actividades económicas afectadas por las reglas del TLCAN o no se observara convergencia en materia de ingresos de la economía del país con las de Estados Unidos y Canadá no había lugar a revisión alguna. El TLCAN se entendía como un dato fijo, parte sustantiva de la nueva realidad de la economía del país.

La sorpresa desde hace meses es que el gobierno de la mayor economía de la región es el que está convencido de la necesidad de revisarlo e incluso sostiene que de no existir grandes cambios y si no se ven condiciones favorables, será mejor deshacerse de él.

A la fecha aún no comienza la renegociación formal. Los plazos y las condiciones las está estableciendo la contraparte estadounidense en medio de dificultades internas y como parte de una agenda más amplia de redefinición de las relaciones de esa economía y el propio gobierno a nivel global.

Por ejemplo, en el terreno político recurre como en el pasado al uso de la fuerza militar en el Oriente próximo y amenaza hacerlo en el lejano. Antes, el gobierno de Trump canceló la participación de Estados Unidos en el TTP, pero recientemente el vicepresidente de ese país destacó el inicio de un diálogo económico con Japón que podía derivar en un acuerdo bilateral de libre comercio.

*Departamento de Economía. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa E-mail: [email protected]

Dato
Desde México, el Gobierno sólo insiste en su disposición a iniciar de inmediato la renegociación, pero no plantea agenda propia alguna.

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