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IMPULSO/Carmen R. Ponce Meléndez
Autonomía de las mujeres rurales

En México, se tiene una superficie de 109.3 millones de hectáreas de las unidades de producción; sin embargo, sólo cuatro de cada 10 hectáreas se destinan a la producción de alimentos.

De acuerdo a la producción reportada en 2014, cada habitante del país consume en promedio 188 kilogramos de maíz y 12.8 kg de frijol al año; por otra parte, cada habitante ingiere diariamente un poco más de un cuarto (280 ml) de leche, ya sea en consumo directo o a través de algún derivado (datos de la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA).

Ahora, con el crecimiento de la inflación y la constante pérdida del poder adquisitivo, es indispensable hacer un seguimiento de la variación en los precios de los alimentos.
De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante el período 2005-2014 (nueve años), los productos que más han aumentado sus precios son: pescado y mariscos (83.2 por ciento), carnes (82.0 por ciento), frutas (79.6 por ciento) y pan con un 74.2 por ciento, todos por encima del índice global de alimentos y bebidas no alcohólicas.

Mujeres en la agricultura, problemas que enfrentan
En el documento “Somos tierra, semilla, rebeldía. Mujeres, tierra y territorio en América Latina”, de la autora Claudia Korol, se dice: “De los 37 millones de mujeres rurales mayores de 15 años, 17 millones son consideradas parte de la Población Económicamente Activa (PEA) y más de cuatro millones son consideradas productoras agropecuarias”.

Se calcula que nueve millones de estas mujeres son indígenas, hablan su propia lengua, y están sujetas – en la mayoría de los casos – a una doble o a veces triple discriminación, por el hecho de ser mujeres, pobres e indígenas”. Esto no solo sucede en América Latina, también sucede en México.

La mayoría no son propietarias
“A pesar del exceso de trabajo (tanto en carga horaria como en las tareas que se asumen), y de su participación directa en determinadas tareas de la agricultura, y de modo mayoritario en la agricultura de subsistencia, la mayoría de las mujeres rurales no son propietarias de la tierra, y su actividad no es considerada “productiva”. Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), sólo el 30 por ciento de mujeres rurales poseen tierras agrícolas, y no tienen acceso a los medios de producción.

En un comunicado de agosto del 2015, la FAO señala que mientras las mujeres del campo son responsables de más de la mitad de la producción de alimentos a nivel mundial, las de la región de Latinoamérica y el Caribe continúan viviendo en una situación de desigualdad social y política. Según el comunicado, sólo el 18 por ciento de las “explotaciones agrícolas” regionales son manejadas por mujeres. Además, las mujeres reciben el 10 por ciento de los créditos y el 5 por ciento de la asistencia técnica para el sector”.

“Las mujeres tienen menos tierra, de peor calidad, y su tenencia muchas veces es insegura. Esta inequidad es un obstáculo para el manejo sostenible de recursos naturales y para el desarrollo rural”.