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Merkel defenderá los intereses alemanes ante Trump

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Berlín
La canciller de Alemania, Angela Merkel, se reunirá mañana por primera vez en Washington con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, una cita surgida por invitación de la Casa Blanca y en la que la líder europea quiere hacer valer el peso económico de su país.

Se trata de un primer contacto personal, destacaron fuentes de la Cancillería, del que no deben esperarse grandes revelaciones en cuanto a contenidos, ya que éstos se definirán en la ronda de cumbres multilaterales de los próximos meses, la de la OTAN en Bruselas y la del G7 en Italia, en mayo; más la del G20, en Alemania, en julio.

Ha llegado el momento de “hablar con el otro, no sobre el otro”, destacó Merkel, en una rueda de prensa junto a representantes empresariales, antes de emprender viaje a Washington. La líder alemana tiene muy clara la importancia de “entablar un diálogo directo”, tras varios contactos telefónicos mantenidos con Trump, en una visita fugaz que arrancará con un encuentro a solas, seguida de otra reunión con inversores y empresarios.

La posterior conferencia de prensa conjunta dará ocasión de ver finalmente juntos a dos líderes de personalidad diametralmente distinta, en la que, salvo sorpresas, no cabe esperar que Merkel entre en los asuntos más espinosos, como la política migratoria de Trump y el proyectado muro fronterizo con México.

Berlín considera ambas cuestiones “asunto interno” estadounidense, indicaron hoy fuentes del Gobierno, por mucho que meses atrás Merkel expresara su rechazo al veto al ingreso en Estados Unidos de ciudadanos procedentes de varios países de mayoría musulmana. La agenda de temas sobre la mesa alcanza las principales cuestiones de la agenda multilateral: desde la guerra en Siria y el conflicto en Ucrania – incluidas las sanciones contra Rusia a raíz de la anexión de Crimea-, a Libia y la situación en Oriente Medio.

También saldrá previsiblemente a colación Turquía, en tanto que socio de la OTAN, y su relevante papel en Siria y en Irak, pero, al igual que en el resto de los temas multilaterales, serán un mero intercambio de opiniones, a la espera de la cumbre de Bruselas.

Berlín parece confiar en que la acritud en las relaciones con Ankara, después de que se impidiera la celebración en Alemania de varios mítines con ministros turcos, sea pasajera y que se diluirá tras la campaña del presidente turco, Recep Tayipp Erdogan, a favor de la reforma constitucional que debe ampliar su poder.

No hay una agenda clara de “prioridades” por parte alemana ante la reunión, insistieron las fuentes gubernamentales, para señalar a continuación que “obviamente” la canciller está “interesada” en transmitir a Trump la “significación central” que para Berlín tiene Europa. Según estas fuentes, los únicos pronunciamientos que deben tenerse en cuenta respecto a la OTAN o la UE son los “oficiales”, es decir, los del vicepresidente, Mike Pence, y del secretario de Estado de Defensa, James Mattis, que han mostrado un “claro respaldo” tanto a la Alianza Atlántica como al proyecto europeo.

Berlín parece determinado a ignorar declaraciones de Trump calificando de obsoleta a la OTAN y desde la cancillería recuerdan que las reclamaciones de Washington a sus socios para que aumenten el gasto en Defensa no son nuevas y la propia Merkel ha reiterado su compromiso a avanzar en ese camino.

En el ámbito económico, las fuentes gubernamentales fueron más claras al subrayar la determinación de la canciller de defender los intereses de los inversores alemanes en EU. No se admitirán nuevos aranceles o tratos discriminatorios para las empresas alemanas y, en este sentido, es sintomático que acompañen a la canciller a Washington representantes de algunos de los grandes consorcios, como Siemens, BMW y Schaeffler.

Berlín confía como en que la relevancia de las actividades de sus empresas en la economía estadounidenses sea un factor positivo que ayude a encaminar la relación bilateral con el nuevo Gobierno Trump. Las inversiones directas por parte de Alemania en Estados Unidos ascienden a 224.000 millones de euros y de las empresas alemanas dependen 240.000 puestos de trabajo en ese país.

“Toda administración necesita su tiempo hasta que se consolidan sus nuevas estructuras para trabajar convenientemente con ellas. Hay que concederse ese tiempo”, insisten las fuentes alemanas.

Con información de El Universal

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