Se recuerda al centro de evangelización más importante del norte de la Nueva España, en los siglos XVIII y XIX. El inmueble histórico, hoy sede del Museo de Guadalupe, alberga una de las pinacotecas más relevantes de México.
IMPULSO/ Redacción
El antiguo Colegio de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe, en Zacatecas, fue el centro de evangelización más importante del norte de la Nueva España, sobre todo, en los siglos XVIII y XIX. A 314 años de su fundación, el legado cultural, artístico, social y religioso que dejó dicha institución aún persiste.
Para conmemorar el establecimiento de dicha institución religiosa, efectuado el 12 de enero de 1707, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través del Museo de Guadalupe, ubicado en aquel municipio zacatecano recuerdan su importancia.
Obras como el retrato de fray Pedro de la Concepción Urtiaga, pintado por Juan Delgado, en el siglo XVIII, religioso quien posiblemente, haya viajado, en 1703, a España para conseguir la anuencia del rey para la apertura de la institución en Zacatecas.
Otro de los pilares del colegio fue fray José Guerra, en cuyo retrato, hecho por Diego de Cuentas, en 1730, es representado en un ambiente humilde, sencillo, sin ornamentaciones, vestido con el hábito franciscano y portando un crucifijo de tamaño mediano. Este religioso buscó a los mecenas que ayudaran a construirlo, pues se requería mucho dinero. Él fue uno de los más afamados inquisidores en el norte de la Nueva España.
El tercer implicado en la creación del colegio y uno de los personajes más importantes de las instituciones de Propaganda Fide, fue fray Antonio Margil de Jesús, cuyo cuadro, de autor anónimo y que data del siglo XVIII, muestra dos atributos importantes: el bordón y el sombrero, los cuales llevaban los santos peregrinos, incluso, la Virgen María y San José.
Este clérigo valenciano fue a Costa Rica y a Guatemala, también visitó la Ciudad de México, estuvo en Querétaro, en Zacatecas y viajó a Texas, trayecto que realizó caminando. Él es el primer guardián del colegio, era quien decía a dónde podían ir los grupos de misioneros en su labor de evangelización.
La colección de pinturas que formó parte del colegio, entre cuyas obras están algunas de Miguel Cabrera, no solo se puede apreciar desde la perspectiva estética, ya que también muestra otros aspectos de la vida novohispana, de los usos y costumbres, de los padres franciscanos que habitaron dicha institución.
Fray Raúl Robledo Delgadillo, cronista de la Provincia Franciscana de los santos Francisco y Santiago (integrada por los estados de Jalisco, Nayarit, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes, Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León, Durango y el norte de Texas) y director del Archivo Histórico de la Basílica de Zapopan, aseguró que el Colegio de Guadalupe fue el más importante de su época por el talante espiritual de los misioneros, quienes además de ser personas de mucha ciencia también lo eran de mucha fe.
Por último, en el conversatorio en el que también estuvo el cronista vitalicio del estado de Zacatecas, el historiador Manuel González Rodríguez, el subdirector del Museo de Guadalupe, Evaristo Robles Escalera, mencionó que el Colegio de Guadalupe recibía a frailes nacidos en la Nueva España, quienes irían a las misiones al norte, mientras que el de San Fernando, en la Ciudad de México, aceptaba solamente religiosos españoles.
“El encaminarse en las misiones, aceptar las que dejaron los jesuitas, el andar en la via pulchritudinis (camino de evangelización y dialogo) con las obras de arte que ellos producían y pagaban, no se pueden explicar de otra manera sino es porque creían, y creían mucho” Fray Raúl Robledo Delgadillo, cronista de la Provincia Franciscana.
Los colegios de Propaganda Fide son parte de la era dorada de la orden franciscana, cuando surgen diversos santos, se construyen muchas edificaciones, tienen varias maneras de misionar.