IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
El día que parece terminar la carrera criminal de Joaquín “El Chapo” Guzmán al ser extraditado por fin a Estados Unidos, 19 de enero, coincide con la primera fuga que hiciera el capo en el año 2001, cuando escapó del penal de Puente Grande.
Fue capturado por primera vez en 1993, pero ante un intento de fuga en Almoloya de Juárez fue trasladado a Puente Grande, en Jalisco, en 1996.
Fue seis años después cuando, escondido en un carro de lavandería y entre sábanas sucias, el narcotraficante logró huir de la supuesta prisión de máxima seguridad. Para pasar desapercibido, se cubrió con un colchón y todavía encima otros objetos, mientras era empujado por un empleado de mantenimiento.
El cómplice se llamaba Francisco Javier Camberos Rivera “El Chito”, quien logró avanzar hasta el estacionamiento, abandonó el carrito de ropa y salió del lugar junto con el líder criminal abordo de un vehículo hasta el centro de Guadalajara.
Y justo ahora en 2017 -dieciséis años después de ese primer escape y tras otra captura y un segunda fuga igual de espectacular a través de un túnel subterráneo- Guzmán Loera es finalmente extraditado hacia Estados Unidos, un día antes de que el polémico magnate Donald Trump asuma la presidencia.
El capo fue enviado a Nueva York desde Ciudad Juárez. El jefe del llamado “cártel de Sinaloa” enfrenta ahora cargos que van desde tráfico de drogas y delincuencia organizada hasta homicidio y “lavado” de dinero en ese país.
El gobierno mexicano había concedido la extradición en mayo del 2016, pero procesos legales habían demorado la entrega. No obstante, desde esa fecha fue trasladado a una cárcel en Ciudad Juárez y casi siete meses después extraditado.